Vélez-Málaga artesana
Vélez-Málaga ha forjado generaciones de artesanos que transmiten su legado. La localidad está catalogada como zona de interés artesanal e incluye variopintos talleres de alfareros, bordadores, silleros, hojalateros, vidrieros o curtidores. Sobresale el modelado del barro, que hunde sus raíces en la cultura fenicia. La cerámica veleña resulta uno de los máximos exponentes con la elaboración de mosaicos, ladrillos y losas.
En total, 14 talleres artesanos de diferentes oficios cuentan con el distintivo artesano oficial, de los que 10 se dedican a trabajar la cerámica constructiva y ladrillería, dos a vidrieras artísticas, uno a bordados y otro a modistería.
A la época fenicia se remonta el arte del barro en Vélez-Málaga, aunque fueron los andalusíes quienes aprovecharon la calidad que tenía el barro rojo de Vélez-Málaga para hacer de ella su industria más fuerte: tejares, ladrillo y cerámica constructiva. La cerámica artesanal veleña tiene su máximo exponente en la elaboración de ladrillos, losas y mosaicos. Monumentos del pueblo, como la Casa Cervantes, el Palacio de Beniel, Santa María la Mayor o la Alcazaba son ejemplos de este saber hacer.
Hoy día siguen trabajando 14 tejares, las fábricas tradicionales de losas, ladrillos y piezas decorativas que dan empleo a medio centenar de personas. La materia prima es arcilla y pizarra molida, extraída de canteras próximas.
El proceso es sencillo, aunque laborioso. Primero se mezcla bien el barro y, con la masa obtenida, preparan las piezas una a una. Luego se dejan secar al aire libre, unas dos o tres semanas en verano y algo más de tiempo en invierno. La fase más compleja es la cocción en los enormes hornos. Las piezas llegan a permanecer allí hasta una semana. Utilizan biomasa cercana, como leña de aguacate, cáscaras de almendra o el orujillo. La producción de los tejares veleños ronda actualmente el medio millón de losas al mes.