Tostonadas y castañadas
A principios de octubre, en las sierras andaluzas más húmedas, los bosques de castaños se tiñen de tonos cobrizos anaranjados y dejan caer sus enigmáticos erizos, envoltura de la sabrosa castaña. Es entonces cuando se inicia la recolección de la castaña en áreas de montaña, como el Valle del Genal, la Sierra de las Nieves, las Alpujarras o la Sierra de Aracena. Y, tras la recolecta, en sus pueblos se organizan fiestas de todo tipo, las llamadas castañadas o tostonadas.
En Andalucía, la presencia documentada de castaños ya se menciona desde época árabe. Aunque las guerras mermaron su presencia en diferentes periodos, también hubo monarcas que pusieron empeño en repoblar. Hoy, estos bosques centenarios, presentes en zonas umbrosas, son una fuente de riqueza y componentes de alto valor ecológico en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, la Alpujarra granadina, la Serranía de Ronda, la Sierra de las Nieves y ciertos pueblos de la Sierra Morena de Sevilla, como Constantina.
La paleta de ocres y dorados y la alfombra de hojas, que como si se tratara de una envoltura cobija al fruto, son todo un espectáculo. Es por todo ello que, en otoño, merece la pena recorrer sus caminos, pero también lo es por la posibilidad de degustar sus castañas asadas y la variedad de recetas locales en las que se usa. En primeros platos, como ollas, arroces, cremas combinadas con setas y como guarnición para asados, en postres y para maridar licores y los primeros mostos del año.
En el malagueño Valle del Genal, en su "Bosque de Cobre", las castañas asadas en el perol tienen nombre propio: los 'tostones'. En torno al Día de Todos los Santos, al final de la cosecha, se realizan fiestas en municipios como Pujerra —donde hay un Museo de la Castaña—, Jimera de Líbar o Genalguacil, localidad que luce orgullosa su museo al aire libre de arte contemporáneo.
El castaño es el símbolo mismo de la Sierra de Aracena, donde a la recolección se la denomina el ‘apaño’ y a las cuadrillas recolectoras, 'apañaoras'. Hay un pequeño pueblo por el que pasan todas las rutas relacionadas con la materia: Castaño del Robledo. En Aracena se celebra la ancestral Fiesta de los Rehiletes, en vísperas del Día de la Inmaculada, cuando se engarzan hojas de castaño en varas que se sellan con el fruto. Por la noche, se prenden y se hacen girar como signo de purificación.
La cultura del castaño también tiene raíces muy profundas en la Alpujarra, con fiestas en Capileira o Bubión, entre otros municipios. Por otra parte, hay que probar el potaje de castañas, receta dulce en la que el fruto se cocina con azúcar, canela en rama y matalahúva. Se dice que a Federico García Lorca le gustaba recrearse entre los árboles de Lanjarón, a donde acudía con su familia. Hay un poema, Canción oriental, de 1921, que incluye estos versos: "Los castaños son la paz del hogar. Cosas de antaño. Crepitar de leños viejos, peregrinos descarriados". Y es que, ¿hay algún bosque más poético que uno de castaños? Si deseas tener respuesta, visita el castañar de Valdeazores, en Despeñaperros, con seguridad la obtendrás.