Sierra de Cádiz y su artesanía de la piel
El nombre de Ubrique es para las principales marcas internacionales de moda sinónimo de cuero de alta gama. Docenas de talleres y empresas preparan la piel de forma artesanal y con diseños de todo tipo. El origen de esta tradición se pierde en el tiempo. El Museo de la Piel muestra una artesanía pujante que tomó impulso con algo tan sencillo como las petacas para guardar el tabaco.
Desde los propios inicios de la Humanidad la artesanía en piel ha estado ahí, como una primera necesidad. Con este material fabricaron vestidos, mantas, viviendas rudimentarias, zapatos, envases y hasta pequeñas embarcaciones. La piel constituye en Ubrique una cultura que comenzó en la noche de los tiempos y llega a nuestros días. La zona de Ubrique-Sierra de Cádiz conforma el sistema local de empresas más representativo del sector de la Marroquinería en España, además situado en el segmento medio–alto y lujo.
A mitad del siglo XVIII comienzan a generalizarse los talleres de piel en Ubrique y a fabricarse de manera casi industrial las petacas, pequeños estuches de piel para llevar el tabaco, objeto que ha sido todo un emblema de esta tradición artesana. Tanto como la patacabra, la herramienta de madera con la que se trabaja el cuero.
Bien entrado el siglo XIX, con la Revolución Industrial, llegaron nuevas técnicas para tratar la piel y el cuero, que favorecieron un proceso más rápido y barato. Sin embargo, la piel en Ubrique continuó trabajándose de la manera más artesanal.
La localidad serrana cuenta con el Museo de la Piel, enclavado en el antiguo Convento de Capuchinos. Expone objetos relacionados con la marroquinería ubriqueña de diverso origen: máquinas, herramientas y piezas manufacturadas a lo largo de su historia. Tal es la importancia de este sector, que el empresariado de Ubrique ha creado una escuela para enseñar la excelencia alcanzada.