El emplazamiento de la Plaza de Santa Cruz es el que antes ocupaba la primitiva Iglesia de Santa Cruz, ubicada en Sevilla ciudad. Este templo fue expropiado y derribado en 1810 por el gobierno de ocupación francés del momento, dentro de un plan de reurbanización de la ciudad, dando lugar al espacio abierto que actualmente conforma la plaza. El aspecto actual se debe a la urbanización proyectada por Juan Talavera y Heredia en 1918.
Presidida por una cruz de forja realizada por Sebastián Conde en el año 1692. Esta cruz estuvo situada hasta 1840 en la calle Sierpes, en su confluencia con la calle Rioja. La cruz está diseñada como una cruz farola de la que salen cuatro serpientes, que hacen referencia a la calle Sierpes, su primitivo lugar de emplazamiento, y sobre sus cabezas se apoyan unos angelitos que portan unos faroles forjados.
En la fachada del edificio al oeste de la plaza, puede leerse una lápida colocada por la Academia de Bellas Artes en 1858 que recuerda que en ese lugar, en lo que fue el primitivo templo de Santa Cruz, fueron enterrados los restos del célebre pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo.