Veinticinco leguas, o sea cinco postas – o cambios de caballos –, distaban Sevilla de Córdoba, y cinco leguas esta de Jaén. Esta ruta por la margen derecha del Guadalquivir llevó el Correo Real desde que los Reyes Católicos crearon el servicio. Al principio eran envíos de asuntos de Estado, luego comerciales y de todo tipo. El itinerario se dota de postas, posadas, ermitas, puentes y grandes haciendas en la vega del Betis.
Los Reyes Católicos, en su afán de centralizar el poder, consideraban que una manera de controlar el territorio era a través de las vías de comunicación y, a la sazón, durante su reinado se regularizó el correo como servicio público de la Corona. En principio, solo sería usado en el ámbito de lo político, después, con el descubrimiento y conquista de las Indias, también se utilizó para la actividad económica y las transacciones mercantiles. De tal manera, como aseguraba mayor velocidad en los desplazamientos, a finales del siglo XVI el camino de Sevilla a Córdoba por la ribera derecha del Guadalquivir asume la función de itinerario de posta del Correo Real, salpicando todo el itinerario de estafetas, posadas (a la sazón una de ellas es embrión de la actual localidad de Posadas), ermitas y capillas, puntos de control viario, puentes y grandes haciendas agrícolas.
Pese al tiempo transcurrido y a los numerosos percances históricos que ha sufrido, este camino, el Real de Castilla, no ha desaparecido del mapa y mantiene un recorrido similar al que ya tenía desde finales del Imperio Romano. Entendido desde la mirada del nuevo viajero del siglo XXI, se trata de otra manera de reconocer y disfrutar nuestra historia, recorriendo y saboreando un paisaje más que singular: La vega del Guadalquivir a su paso por las provincias de Córdoba y Sevilla.