Desde la vega del Guadalquivir y por el corazón de la Sierra Norte, el camino que une Sevilla con el monasterio de Guadalupe (Cáceres) tiene su origen en la ruta de peregrinaje que realizaban los marinos de ultramar, ya fuera para pedir buena singladura o para dar gracias a la virgen por las riquezas conseguidas o por un regreso sin percances.
De Sevilla a Guadalupe subió Colón en 1493 y 1496; Hernán Cortés en 1528, tras su periplo azteca; y los Reyes Católicos en numerosas ocasiones. Con 340 kilómetros y 14 etapas, 6 de ellas por tierras andaluzas, cuenta con un amplio patrimonio cultural, natural y religioso.
El Monasterio de Guadalupe supuso un enclave de referencia para las peregrinaciones, pues no sólo la realizaron grandes personajes de la historia, como los ya citados, también fue senda de navegantes, turistas o viajeros, que en un acto de fe o interés cultural llegaron hasta los pies de la Virgen que allí se encuentra. Por este camino, peregrinaron al templo mariano miles de cautivos procedentes de las mazmorras de Argel o de los remos de las naves turcas; por esta ruta salieron, rumbo a la aventura, muchos soldados que después regresaron a dar gracias a la Madre.
En la actualidad, poco queda del trazado originario, pues gran parte se ha perdido o coincide con carreteras. Esta iniciativa, de reciente gestación, lo ha hecho renacer respetando dentro lo posible el camino histórico y facilitando una aventura inolvidable. Da la oportunidad de descubrir y disfrutar, de forma tranquila y sosegada, de todo el patrimonio cultural, natural e histórico de las diferentes provincias por las que transcurre (Sevilla, Badajoz y Cáceres), a la par que une localidades con los servicios necesarios para la acogida del peregrino.