Ruta en moto - Superruta Litoral

Esta ruta por el litoral andaluz podría ser el perfecto escenario de un atractivo road movie: un emocionante viaje por carreteras secundarias con el mar como principal hilo argumental. Una historia que debe alargarse durante al menos dos días. Primero, partiendo desde la bahía de Almería, acompañados por el Mediterráneo y rodando junto a calas, acantilados y playas, dejando atrás la estela de pueblos pesqueros, urbanizaciones turísticas y la huella de industrias que han pincelado la más honda identidad andaluza. Después llega el momento álgido, el Estrecho de Gibraltar, donde el mar se hace océano entre las Columnas de Hércules. El Atlántico es luz, pero también nos permite viajar por largas playas, arena dorada, olas atrayentes y viento, uno de sus grandes atractivos. Una ruta que no puede tener un final más rotundo y brillante: la ciudad tres veces milenaria de Cádiz. Un apasionante recorrido en moto con cientos de sitios de los que disfrutar, un viaje que quedará en nuestra retina y siempre perdurará en nuestro recuerdo.

Esta larga ruta comienza en Almería, junto al Cable Inglés (parada 1), el cargadero de mineral en uso hasta el siglo pasado que está declarado como Bien de Interés Cultural. Salimos de la ciudad por la N-340, que tras la construcción de la autovía A-7 se ha convertido en una alternativa atractiva, una carretera solitaria e interesante, junto al mar y colgada de los acantilados.

Tomamos brevemente la autovía para atravesar los campos de El Ejido, un impresionante mar de plástico convertido en la huerta de Europa. A la altura de Balanegra y su playa, regresamos de nuevo a la costa y, tras superar Adra, recorremos carreteras sin apenas tráfico, que pasan por pequeñas poblaciones aún no invadidas por el turismo masivo y con una economía basada en la agricultura y la pesca tradicional. Merece la pena detenerse en algunos de los numerosos miradores que salpican el recorrido, como el de la Mamola (parada 2), que ofrecen espléndidas vistas a pequeñas calas de aguas turquesas. Las carreteras están en buen estado, con muchas curvas y anchura correcta, aunque debemos guardar precaución en algunos tramos con escaso mantenimiento. En esta parte de la costa mediterránea, donde se encuentran las provincias de Almería y Granada, podemos degustar una gastronomía que se sustenta en la gran diversidad de pescados y mariscos, y en la abundancia de hortalizas. Los espetos de sardinas, la fritura de pescado, el pulpo seco y las quisquillas de Motril, así como las ‘ollas’ tradicionales y de raíz alpujarreña —como la olla fresca, el cocido de hinojos o el potaje de bacalao— y una enorme variedad de frutos tropicales son una pequeña muestra del singular arte culinario de esta tierra.

Ya en la Costa Tropical, después de circunvalar Motril y Salobreña, llegamos a un bonito y sinuoso tramo que pasa por Almuñécar y La Herradura (parada 3), entrando en la provincia de Málaga por el paraje natural Acantilados de Maro-Cerro Gordo y Nerja (parada 4). Utilizando la N-340, la ruta recorre numerosas poblaciones arrimadas a la costa y de hondas raíces marineras. Durante algunos periodos del año puede presentar una circulación congestionada, pero tenemos como opción alternativa la cercana autovía A-7, que nos permitirá avanzar de manera rápida pero quizá más aburrida.

Dejamos atrás la Axarquía, un paisaje que mezcla la vorágine turística con enclaves naturales muy bien conservados, con el Mediterráneo como escenario de fondo. Tomamos la circunvalación de Málaga para encontrarnos de nuevo con el mar en Benalmádena —o bien hacemos parada (5) y noche en la capital para disfrutar de su inmensa oferta cultural y gastronómica—. Estamos en el corazón de la Costa del Sol y ahora las poblaciones se suceden unas tras otras, formadas por urbanizaciones, jardines y campos de golf. Hay que guardar precaución en esta carretera de doble carril, con miles de incorporaciones y siempre con mucho tráfico. Tras pasar junto a las turísticas e interesantes poblaciones de Fuengirola, Marbella, San Pedro de Alcántara, Estepona y Manilva, alcanzamos la provincia de Cádiz y nos encontramos de nuevo con el Mediterráneo, ahora mucho más bravo por la cercanía del Estrecho de Gibraltar. Llegando a La Línea, el mirador El Higuerón (parada 6) nos ofrece unas vistas espectaculares del Peñón y de las costas africanas, para seguir después la ruta hasta la misma frontera con Gibraltar.

Continuamos bordeando Los Barrios y Algeciras por la N-340, para llegar después a un tramo muy interesante para la conducción. Atraviesa el parque natural del Estrecho por los puertos de El Cabrito y El Bujeo siguiendo una espectacular y sinuosa carretera, con mucho tráfico y piso en mal estado. Atención también al fuerte viento que siempre sopla en este punto. Es inevitable detenerse en el mirador del Estrecho (parada 7), que nos ofrece una panorámica hipnótica de África y de la “autopista” de barcos que atraviesa El Estrecho. No todos los días se tiene otro continente a la vista, una imagen evocadora. En breve llegamos a Tarifa (parada 8), encantador pueblo amurallado que se asoma al mar en el punto más meridional del continente europeo. Aquí termina el Mediterráneo y comienza el océano Atlántico, mostrándonos la disparidad de colores de sus aguas y dos mundos marinos bien distintos.

Ahora, con rumbo noroeste por la costa atlántica de Cádiz, pasamos junto a magníficas playas, extensas y de arena dorada, como Los Lances y Valdevaqueros. Más adelante podemos tomar el desvío hacia la playa de Bolonia, donde destaca el sitio arqueológico de su ciudad romana de Baelo Claudia, que se asoma impertérrita al mar (parada 9). Rodando entre aerogeneradores y toros de lidia, llegamos a Zahara de los Atunes para seguir hasta Barbate por un tramo de costa atlántica virgen (parada 10). Sus puertos, conocidos por la tradicional pesca de Almadraba, son también buen punto de partida para observar cetáceos. Por otra parte, la Costa de la Luz gaditana nos invita a probar sus especialidades culinarias, basadas principalmente en la producción hortícola de La Janda y sus pescados. El atún, en sus muchas formas de preparación —de ijada, encebollado, mechado, etc.—, dorada a la sal, caballa con fideos, papas con choco, mojama y cazón en adobo se cuentan en una lista amplia y siempre generosa. No podemos olvidar los muchos y buenos vinos que produce el marco de Jerez y la DOP Manzanilla de Sanlúcar.

Colmados de satisfacción, seguimos ruta atravesando los pinares del parque natural de La Breña y las marismas de Barbate por una carretera con firme irregular debido a las raíces de los pinos. Desde Los Caños de Meca ya divisamos el faro de Cabo Trafalgar, un lugar mágico que nos ofrece unas espectaculares puestas de sol. Continuamos itinerario por las siempre animadas playas de El Palmar llegando a Conil, cuya blanca silueta resalta en el horizonte. Reanudamos ruta pasando junto a Chiclana y San Fernando para llegar a la milenaria ciudad de Cádiz, junto a su Bahía. Flanqueados por agua a ambos lados de la carretera, llegaremos a la ‘tacita de plata’ (parada 11), punto final de esta larga y fructífera ruta.

Vista del Peñón de Gibraltar desde la Playa del Castillo, en La Línea de La Concepción. Según la mitología, el peñón era una de las Columnas de Hércules, las que aún hoy se representan en los escudos de España y Andalucía, y que anecdóticamente también está presente en el símbolo del dólar. El otro pilar, del lado africano del estrecho, era el monte Jebel Musa. En la antigüedad, y según una leyenda de origen griego, estos dos puntos marcaban el límite occidental del mundo conocido.