Almería se presenta espectacular en cada uno de sus paisajes, pero en esta ruta, además, nos muestra su perspectiva más desconocida y mágica. Tierra de contrastes, pasaremos del desierto a la nieve, de los cultivos en invernadero a los bosques menos humanizados, de la tecnología espacial a la naturaleza más primitiva y atrayente. La mole de Los Filabres se alza al norte del desierto de Tabernas, con cimas que alcanzan los 2.000 metros. Esta latitud nos permite rodar por carreteras de montaña en las que coronaremos cotas tan espectaculares como Calar Alto o el Alto de Velefique. De ese contraste paisajístico surge una ruta motera que utiliza carreteras pletóricas de curvas, con tramos disfrutones y tremendas panorámicas. Cuando ascendemos a Filabres, la altura reduce los calores del desierto y cada tramo nos ofrece vistas de un paisaje increíble, salpicado de pequeños pueblos laberínticos y con encanto, perdidos en la inmensidad del macizo y anclados en el tiempo… de cuento. Almería es sorprendente y absolutamente cautivadora, un paraíso para montar en moto.
En ruta
Dejando atrás los llanos de Gérgal (parada 1) y su espléndido castillo, recorremos un breve tramo de autovía antes de desviarnos por la AL-4404 en busca de Aulago. Se trata de una carretera amplia, con un trazado espectacular, pero de asfalto algo irregular. Vamos ganando altura de manera constante, conquistando unas vistas excepcionales de Sierra Nevada y de la bahía de Almería. Nuestra motocicleta dibuja curvas a ras de las nubes: ¡impresionante! En la cima, a casi 2.200 metros de altitud nos encontramos con el observatorio astronómico de Calar alto, una mole sorprendente y enormes cúpulas blancas situada en un paisaje de montaña, en mitad de un vacío hechizante. La bajada la hacemos por la vertiente este, por una carretera amplia, con buen piso y trazado suave, cortando por medio de atrayente bosque de pinos. Más adelante nos desviamos hasta el pueblecito de Olula de Castro (parada 2), donde merece la pena apreciar y conocer su singular tipología urbana, de característicos tejados planos, o terraos, y calles retorcidas, encajadas y volcadas a un barranco que se antoja infinito. Una arquitectura que puede parecernos muy alpujarreña, pero que en realidad es propia de la alta montaña granadina y almeriense. Por cierto, no te vayas de este bello rincón serrano sin saber de su singular turrón… ¡y sin saborearlo!
Durante un tramo, la carretera pasa a ser estrecha y muy sinuosa, con muy poco tráfico, pero tras superar Castro de Filabres vuelve a ensancharse. Ahora se hace retorcida, con muchas curvas, pero presenta un asfalto magnífico y buena visibilidad.
Más adelante, en término de Velefique y superado su núcleo urbano, comenzamos a ascender su famoso puerto de montaña por la AL-3102, conocido entre los amantes del ciclismo como ‘el Stelvio Español’ (afamado puerto de montaña del Giro de Italia). La carretera se retuerce ofreciendo una sucesión enorme de horquillas, que nos llevan hasta alcanzar los 1.800 metros de altura. El asfalto es magnífico y la anchura muy correcta, con líneas de separación entre carriles. Conviene subir haciendo paradas para disfrutar de unas panorámicas que podemos calificar como espectaculares. Siempre debemos rodar con mucha precaución, pues podemos cruzarnos con otros motoristas y un buen número de ciclistas, especialmente los fines de semana. A pocos kilómetros del puerto, si seguimos la traza de la alternativa marcada como carretera de montaña, alcanzaremos la Tetica de Bacares (parada 3). Es un pico aislado, que en el último tramo, empinado y estrecho, ofrece unas vistas espectaculares de 360º que bien justifican el desvió: Sierra Nevada, Sierra Alhamilla, Calar Alto, Sierra de María y el mar Mediterráneo como gratificante colofón de esta subida.
Descendiendo por la cara norte nos encontramos una carretera espectacular que nada tiene que envidiar a la que traíamos por la vertiente sur. Muy sinuosa y en buen estado, hay que tener cierto cuidado con los frecuentes desprendimientos de rocas y piedras que ensucian la calzada. Superado Bacares, otro llamativo pueblo de montaña que con el mismo orgullo exhibe su castillo o su lavadero, iniciamos una nueva subida que nos lleva hasta el collado del Ramal. A partir de este punto, todo es bajar por una carretera de montaña amplia y rápida, en perfecto estado y con espléndidas vistas de las planicies y cuenca alta del Valle del Almanzora, un continuo de piedra seca que sigue conservando un bello y atrayente paisaje aterrazado en bancales, una muestra muy singular, dura, de cómo el hombre se ha relacionado con una tierra estéril como pocas. Si se desea hacer algo de pierna, muy recomendable hacer la ruta que nos lleva al despoblado de Los Canos por los árboles centenarios, lugar que por su majestuosidad es conocido como el ‘Machu Pichu’ almeriense.
Punto final de nuestra ruta, llegamos al pueblo andalusí de Serón con parada previa en el complejo de las Menas, magnífico testimonio del legado minero de estas sierras. Siendo notables su castillo y observatorio astronómico, junto a la vía verde del Almanzora en su tramo del Hierro, llama la atención la singular traza urbana y origen nazarí de su callejero. Resulta sobresaliente su industria cárnica, siendo sus embutidos y jamones, reconocidos como de Indicación Geográfica Protegida, exquisitos. No es de menor valía la gastronomía tradicional de la zona, con platos tan típicos como los gurullos con liebre o conejo, las migas cortijeras, la olla de trigo o de hinojos, los hormigos retorcidos y la olla de calabaza.
Punto selfie #calaralto
El Centro Astronómico Hispano en Andalucía, Calar Alto, posee el mayor observatorio astronómico del continente europeo. Ubicado en la magnífica cordillera de Los Filabres, está situado en una meseta, a 2.168 m de altitud, y cuenta con cinco telescopios profesionales de hasta 3.5 metros de apertura.