Ruta en moto Levante Almeriense Costa

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El último rincón virgen del Mediterráneo

La ruta del Levante Almeriense Costa discurre por el último tramo virgen del mar Mediterráneo. Paralela a la costa, es un homenaje al slow travel: pocos kilómetros disfrutados intensamente. Esta costa tiene magia, la envuelve una atmósfera diferente, serena, que llega a cautivarte. Está salpicada de pueblos pequeños y caseríos de pescadores, la surcan carreteras estrechas, silenciosas, y es destino de viajeros nómadas que disfrutan de un clima generoso a lo largo de todo el año. En ocasiones, la carretera serpentea por el interior y en otras casi llegas a tocar la espuma de las olas: playas, miradores, enclaves naturales, patrimonio industrial …, un paisaje a veces literario y siempre de película. Alguna cala, una terracita que se asoma al mar, todo incita a la parada del motorista. Detrás de cualquier curva, o escondida detrás de un acantilado, descubriremos una cala vacía o una playa libre del turismo de masas. El levante almeriense nos recuerda cómo era el Mediterráneo de nuestra niñez.

En ruta

Partimos de la capital, Almería (parada 1), por la carretera de la costa AL-12, recorriendo su bahía y disfrutando de la magnífica panorámica que ofrece el macizo montañoso que rodea el pueblecito marinero de Cabo de Gata. Dejando atrás un singular bosque de agaves y marcada la ruta alternativa en nuestro navegador, podemos visitar el bello y singular accidente geográfico, de origen volcánico, que representa el Cabo. Rodamos ahora por una carretera evocadora, entre las salinas y la playa, que nos permite disfrutar de un paraíso ornitológico y de unas aldeas de pescadores que parecen ancladas a otra época. El faro (parada 2) se halla sobre un promontorio, altivo, como exige su centenaria función. A levante, el emotivo Arrecife de las Sirenas asoma enarbolando su sugerente leyenda.

Volviendo a la ruta principal y utilizando varias carreteras comarcales, bordeamos el geoparque natural de Cabo de Gata-Níjar hasta El Pozo de los Frailes. Ahí podemos tomar el desvío marcado, que nos deriva hasta la pequeña localidad turística y costera de San José (parada 3). Interesante, a tiro de piedras podemos darnos un baño en playas tan singulares y afamadas como Mónsul y Genoveses. Seguimos ruta con la vista puesta en la siguiente parada, La Isleta del Moro (parada 4), un pequeño y tranquilo pueblo sustentado en la pesca. Apenas tomado por el turismo, es un excelente lugar para disfrutar del almuerzo o tomar un café escuchando el sonido de las olas.

Haciendo parada en el mirador de la Amatista (parada 5), donde el mar se funde con el cielo más azul que puedas imaginar, la ruta prosigue por la AL-4200. Nos lleva hasta la caldera volcánica y poblado de Rodalquilar (parada 6), un paraíso para los amantes de la historia geológico minera. Alejados del ajetreo de la urbe, tranquilidad y silencio envuelven con un velo de paz esta antigua mina de oro. Buscando la costa, por El Playazo, pasaron fenicios, romanos, andalusíes, piratas, buscadores de oro y hasta Hollywood plantó sus escenarios. El lugar es una síntesis de la enorme historia de esta tierra llena de luz. Un pequeño desvío por la AL-3106 nos lleva a Las Negras. Su costa esconde una espléndida cala al abrigo de los frecuentes vientos. Las carreteras están en muy buen estado, su trazado es recto y con poca dificultad, excepto algún tramo corto, más sinuoso. El tráfico es escaso, agradable, salvo en temporada de verano.

Siguiendo la AL-3106, la ruta nos aleja de la costa rodando entre las colinas que van marcando los límites del parque natural. Llegamos hasta la pequeña población de Fernán Pérez para, girando de nuevo a levante, regresar al Mediterráneo por Agua Amarga. Cuando nos acerquemos a la costa, podemos subir a Mesa Roldán (parada 7), una meseta volcánica coronada por un arrecife coralino cuajado de fósiles. Junto a su torre vigía, se levanta uno de los faros más altos de España ofreciendo unas vistas impresionantes. Precaución en la subida y, sobre todo, a la bajada por la fuerte pendiente y el asfalto en mal estado.

En breve, nos saluda Carboneras, industrial, pesquera y turística, que pronto dejamos atrás surcando Sierra Cabrera por un tramo de carretera impresionante. Aconsejable hacer parada en el mirador de la Granatilla (parada 8), pues ofrece una panorámica fantástica, tanto de la carretera como de la línea de costa. Tras unos kilómetros sinuosos llegamos a las playas de Mojácar. Tierra adentro, vigilante, su magnífico conjunto histórico. Hay que recordar que durante más de 250 años este territorio fue víctima de la piratería berberisca y su costa está salpicada de estructuras defensivas: ciudadelas, fuertes, torres y castillos. Más adelante, nos espera Garrucha y las playas de Vera, la zona más poblada de la ruta (parada 9). Aquí tendremos un enorme dilema, pues su gastronomía es tan variada y sabrosa, son tantos sus establecimientos, que no sabremos qué elección tomar. Sus delicias culinarias están representadas por los pescados, a la plancha y al ajillo, sus mariscos, como la afamada gamba roja de Garrucha, o los guisos marineros, con arroz y verduras de la zona. Pero el interior tiene la última palabra y una ancha tradición, con platos como los gurullos –un tipo de pasta muy singular– con conejo, el guiso de pelotas, la olla de trigo y las tortas de avío. Como postre no puede faltar la tarta borracha de los 'Padres Mínimos',

A partir del pequeño pueblo de Villaricos, donde destaca su enclave fenicio, rodaremos por el último tramo de costa apenas habitado y construido. Una sucesión de pequeñas calas de aguas turquesas, de fácil acceso y salpicadas de antiguos ingenios mineros, una muestra más que interesante de patrimonio arqueoindustrial. La carretera transita sinuosa y solitaria, clonando las formas geográficas del relieve de la costa. Finalmente llegamos a San Juan de los Terreros tras pasar por Pulpí y conocer su famosa geoda (parada 10). Dejando atrás la ciudad, llegamos a nuestro destino final: la playa de los Cocedores. Se trata de una cala coqueta con forma de concha y cuevas habitadas desde la antigüedad, límite nororiental de Andalucía que marca la frontera con el Reino de Murcia.

Punto selfie #cabodegata

Se trata de uno de los puntos cardinales de la península, un lugar mágico. Aquí se alza un imponente faro rodeado en casi todos sus frentes por el mar y azotado por los vientos. Se accede por una carretera estrecha, colgada del acantilado, dominando un impresionante paisaje de origen volcánico.

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