Ruta del compás del tres por cuatro. Los cantes básicos

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Triana es una de las cunas del flamenco. La génesis jonda se produce en el triángulo formado por Triana, Jerez y Cádiz. Un camino sinuoso, que nos llevará al entendimiento profundo de las esencias cabales.

El Altozano, corazón de la vieja cava trianera. A unos metros de allí está la taberna del Tío José, un antiguo santuario del cante y el toreo en el que siempre hay un hilo flamenco de fondo y cientos de fotografías con artistas de todas las épocas, amén de la presencia directa de los maestros de nuestro tiempo afincados en Sevilla. A sólo unos metros, en la calle Pagés del Corro está la Tertulia Flamenca Don Cecilio de Triana, un punto en el que cada jueves se reúnen los aficionados del barrio para hablar de los legendarios cantes por soleá y por toná que parió el arrabal hace dos siglos. Junto a esta asociación se encuentra la Casa de Anselma, una taberna en la que todas las noches se puede oír el flamenco más liviano (sevillanas, rumbas y coplas).

Seguimos avanzando y llegaremos a El Zurraque, una parte de Triana dueña de la soleá alfarera más sobresaliente. Allí fraguaron su leyenda Ramón el Ollero, el viejo Abadía, los Pinea, Curro Puya, Pepe el de la Matrona... antecesores de los artistas Manuel Oliver, El Teta, El Sordillo, Pepe el Culata, El Arenero o Márquez el Zapatero.

Pero Triana pasa actualmente de las profundidades del cante de sus cavas a las superficies de sus calles más comerciales. En la calle Betis, abundan los bares en los que se pueden escuchar sevillanas, tangos y bulerías en directo a diario.

Otro de los centros neurálgicos se ubica en la Alameda de Hércules, donde hasta mitades de siglo proliferaron colmaos como el de Casa Postigo, La Sacristía, Los Majarones, Casa Parrita o Las Siete Puertas. Actualmente sólo se conserva éste último, pero la zona nos hará rememorar a la Niña de los Peines, a su hermano Tomás Pavón, Manuel Torre, El Gloria, las Pompis, Manuel Vallejo, Antonio Mairena, El Chocolate, Diego del Gastor, Niño Ricardo, Manolo de Huelva y tantísimos otros.

Otra parada clave: Utrera. Allí se asienta Mercé La Serneta, una cantaora nacida en Jerez hacia 1840 que se trasladó hasta la localidad sevillana desde bien pronto. Allí unió las influencias cantaoras de Jerez y Lebrija con las existentes en Utrera y creó unos cantes por soleá que hoy enorgullecen a los utreranos. Esta fue la misma actitud tomada por la saga Pinini para crear sus particulares cantiñas, paridas al alimón entre Utrera y Lebrija.

Otras dos leyendas de la historia del cante: la Fernanda y la Bernarda, que junto con los Perrate conforman la base del flamenco reciente en el municipio. Este cúmulo de circunstancias provocó la creación del primer festival flamenco de la historia, el Potaje Gitano, que se celebra cada verano en el patio del Colegio de los Salesianos. Son típicas las reuniones también en la zona del centro para recordar a hijos predilectos del cante utrerano como Bambino, Enrique Montoya y familia, Manuel de Angustias, Gaspar, Pepa de Benito o Curro de Utrera, que presta su nombre a una de las peñas locales en las que se organiza otro festival: el Mostachón.

Próxima parada: Jerez de la Frontera. Los barrios de Santiago y San Miguel son los dos principales santuarios de donde salieron Manuel Torre y don Antonion Chacón. Pero para abordar la visita con rigor lo mejor será partir del Centro Andaluz de Flamenco, situado en el Palacio de Pemartín. Allí se pueden consultar miles de documentos sonoros, escritos y audiovisuales del arte jondo y conocer todas las actividades que se celebran en cada temporada en las distintas peñas jerezanas.

Además de visitar estos lugares también hay que pasar por las tabernas típicas, como el Arco de Santiago o el Lagar de Tío Parrilla, para tener conciencia clara de la aportación en el campo de las seguiriyas de los míticos Paco la Luz, el Marruro, Manuel Molina, el Sernita, Juan Mojama, o Terremoto. Coetáneos a ellos también proliferan los cantaores de las viejas fraguas del lugar, entre los que destacan Agujetas el Viejo y Tío José de Paula. Y tampoco hay que pasar por alto dos momentos inigualables: la cita anual con el Festival de Jerez en el Teatro Villamarta y la Fiesta de la Bulería, que se celebra en el verano en la plaza de toros entre cartuchos de pescaíto frito y rondas de chuflas de la tierra.

En Lebrija no nos podemos olvidar de dos grandes: Diego el Lebrijano y "Juaniquín de Lebrija". Pero el flamenco actual en Lebrija pasa por las familias de los Peña y los Bacán. Cierto es que artistas como el Lagaña, José Vargas, Antonia Pozo, la Rumbilla, La Perrengue, La Morena y el Chozas, engrosan la lista de maestros de la tierra de Elio Antonio. Pero actualmente el capitán es Juan Peña El Lebrijano, aunque también destacan su hermano Pedro, Pedro Bacán a la guitarra, la bailara Concha Vargas, Miguel el Funi, Curro Malena, Manuel de Paula o el jovencísimo José Valencia. Todos ellos frecuentan con bastante asiduidad la peña Pepe Montaraz y los cortijos de los alrededores, así como la peña Fernando el Herrero de las Cabezas de San Juan. Pero el gran evento flamenco del año en Lebrija es la famosa Caracolá, un festival en el que después de la programación oficial llegan los corros improvisados.

Cádiz, un flamenco más aperturista. Situémonos en Santa María para ir dando forma a este trayecto final del viaje. Allí se forjó la figura legendaria de Enrique el Mellizo. Pero no fue el único maestro gaditano. En el camposanto de Cádiz destaca una lápida sobre la que se apoyan muchos flamencos del lugar: la de Enrique el Gordo, que aún es posible visitar para entender la copla de Silverio. Igualmente llamativa es la figura de Gabriel Díaz Fernández, Macandé, un cantaor que puso de moda por Cádiz un pregón por asturianas para vender sus caramelos.

Todo esto nutrió a artistas como Ignacio Espeleta, Pericón de Cádiz o Aurelio Sellés, estandartes de los cantes por alegrías y cantaores muy relacionados con el carnaval gaditano, otra referencia ineludible para cualquier visitante en busca de flamenco cada mes de febrero. En esta época resulta muy entrañable visitar la calle Pericón en el barrio de la Viña, o recordar las bulerías festeras de Antonia La Perla, o escuchar a Felipe Escapachini por cantiñas en la peña Juan Villar, o al propio Juan Villar junto a Mariana Cornejo despacharse por chuflas....

Los estilos americanos aparecieron por la Caleta. Guajiras, milongas, vidalitas y rumbas se asentaron en las gargantas de Pepe Marchena, que luego se inventó las colombianas, Manuel Escacena, Vallejo, Pastora y tantos otros cuya silueta aún puede vislumbrarse desde la playa de la Victoria.

Alcalá de Guadaira había recibido a muchas familias gitanas procentes de Triana, entre las que destacaba una, la de los Gordos. El lider de aquella saga fue, sin duda, Joaquín el de la Paula, tantas veces nombrado en los cantes autóctonos por soleá. Y allí recibieron sus influencias cantaoras posteriores miembros de la saga como Manolito de María, que hizo célebre un peculiar Padrenuestro por bulerías, o la escisión de los Talega, encabezada por Agustín el Gordo.

No hay que olvidar a otros artistas de Alcalá como Bernardo el de los Lobitos o el Platero de Alcalá. Fue Agustín el Gordo el representante más viejo de esta familia y es precisamente a él a quien se le debe el desplazamiento a Dos Hermanas, donde montó la Taberna El Potro en la calle Real Utrera. Allí se crió Juan Fernández Vargas, Juan Talega, celebérrimo cantaor que da nombre a la peña de la localidad, situada en un viejo caserío en el que se conservan muchos datos sobre el cantaor y se realizan múltiples actividades sobre su figura. Este cantaor llega también hasta Los Palacios y Villafranca, la tierra del célebre guitarrista Eduardo de la Malena. En sus tabernas, Los Palacios acoge un continuo ir y venir de conversaciones flamencas sobre sus principales artistas, como El Rerre, Itoly, Juanito el Distinguido, el bailaor El Mistela o el joven Miguel Ortega.

Y, cómo no, ineludible es también la cita a Mairena del Alcor, hasta donde llegan los aires de los cantes alcalareños. Pero para conocer todo lo que rodea al ambiente cabal mairenero, lo más sencillo es acudir directamente a la "Casa del Arte Flamenco de Antonio Mairena", un lugar en el que se guarda celosamente toda la información sobre el poseedor de la llave de oro y el resto de artistas flamencos del lugar.

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Itinerarios

Ruta del compás del tres por cuatro. Los cantes básicos - 1
Dificultad Media
A Sevilla
B Mairena del Alcor
C Alcalá de Guadaíra
D Dos Hermanas
E Utrera
F Cabezas de San Juan, Las
G Lebrija
H Jerez de la Frontera
I Cádiz
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