Ruta Bética - Romana
El madrugador viajero que inicia la Ruta Bética desde Sevilla puede dirigirse a Itálica y ver con sus ojos, lo que los emperadores béticos Trajano y Adriano contemplaron hace 2000 años: Itálica y todo lo que la rodea, el teatro, el anfiteatro, la vida cotidiana romana y un largo etcétera. Luego, después de tomar un refrigerio en los buenos establecimientos del lugar, dirige su camino hacia la antigua Carmona para visitar la Necrópolis, el Museo de la ciudad y las dos puertas romanas; la de Sevilla y la de Córdoba, terminando su día disfrutando de una cena típica: “alboronía” y torta inglesa, acompañada de aguardiente.
A la mañana siguiente se dirigirá hacia la milenaria Écija, para ver la sala de los espectáculares mosaicos de su museo histórico. Allí degustará las tradicionales “espinacas labras”, y de postre los bizcochos marroquíes. A continuación seguirá la antigua Vía Augusta para fotografiar y visitar el sinuoso trazado del Guadalquivir a su paso por Almodóvar del Río, con su castillo en la cúspide... Muy cerca se encuentra Córdoba donde, en primera línea, verá el puente romano, la puerta y la mezquita. Al atardecer y con la luz plateada, el casco histórico de Montoro parece una ciudad medieval y mudéjar lleno calles estrechas. Para cenar en Montoro: manjar de dioses, tortilla de faisanes y mazapanes.
Tras descansar apartado del mundo en un alojamiento rural, llegamos muy temprano a Almedinilla, donde visitamos la Villa del Ruedo, el poblado Ibérico y su museo. Y lo mejor es su gente y el compartir un tentempié con ellos, y si es romano: mejor. De visita obligada pararemos en Puente Genil para conocer la Villa de Fuente Álamo y comprar el dulce de membrillo.
Después visitamos Osuna, fundada como colonia Iulia Genetiva, de la cuál no podemos marcharnos sin visitar la Colegiata, el monasterio de la Encarnación, sus museos, sus murallas y sus yacimientos romanos. Allí almorzaremos una especie de gazpacho denominado "Ardoria" y gachas de San Leandro. Una vez reconfortados nos dirigiremos a Cádiz, de aire colonial y decadente, donde es imprescindible visitar el teatro romano, la casa del Obispo y sus museos, sobre todo el Arqueológico. Si el calor aprieta podemos darnos un buen remojón en la Caleta y tomar dirección Bolonia en Tarifa para hipnotizarnos con la puesta de sol y el romano yacimiento de Baelo Claudia.
EXPERIENCIAS QUE NO PUEDE PERDERSE un viajero:
Santiponce: El Vía Crucis de Itálica, el primer sábado de Cuaresma. La procesión tiene por escenario el recinto arqueológico de Itálica.
Carmona: El paso de las cofradías de Semana Santa por la romana puerta de Sevilla que se construyó en época de Jesucristo.
Écija: Contemplar el mosaico del Cortejo de Baco en el Museo Histórico Municipal .
Almodóvar del Río: Una cena en el castillo de Almodóvar.
Córdoba: Visitar los patios en primavera y hablar con sus propietarios.
Montoro: Pasear por su casco histórico y contemplar el Guadalquivir desde el mirador.
Almedinilla: Asistir a la fiesta romana del "Festum" en agosto, o por lo menos a una de las cenas romanas que se celebran cada fin de semana.
Puente Genil: Pasear por el casco histórico y probar el dulce de membrillo mirando el puente.
Osuna; Visitar el monasterio de la Encarnación y que sus moradoras, las monjas, nos expliquen la azulejaría del claustro.
Cádiz: Difrazarse y disfrutar de la ciudad en carnaval durante el mes de febrero.
Tarifa: Baelo Claudia. Mirar hacia el Estrecho y la puesta de sol en la Ensenada de Bolonia.