La Puerta de América
El Descubrimiento de América y los acontecimientos posteriores convirtieron a Sevilla en una de las ciudades más importantes de su tiempo. Cabecera del monopolio comercial con el Nuevo Mundo, fue base de operaciones ultramarinas en el Atlántico y Pacífico durante más de doscientos años.
El impacto de aquellas fechas ha dejado una profunda huella que se manifiesta en numerosos edificios civiles, religiosos y administrativos de variada naturaleza.
Desde puntos relacionados con la figura de Colón, que residía durante sus estancias en el Monasterio de la Cartuja (ss.XV-XVIII), situado en el centro del recinto de Expo 92, y el viejo Colegio de San Laureano (s.XVI), donde su hijo Hernando levantara casa y huerta, hasta un complejo retablo de ejemplos arquitectónicos.
Tres categorías pueden establecerse para reconocer la huella "americana". En primer lugar, el área portuaria, pulmón de su pasado, en cuyos muelles se inicia y concluye la Primera Vuelta al Mundo de Magallanes y Elcano. En la margen izquierda, el Arenal, que comprende las antiguas Atarazanas (ss.XIII-XVIII), que servía de arsenal y centro de abastecimientos, la simbólica Torre del Oro, la Torre de la Plata y el lienzo de muralla almohade (ss.XII-XIII), que configuraban la Aduana Vieja, donde se almacenaban las mercancías que entraban en la ciudad, camino del Arquillo de la Plata hacia la Casa de Contratación, situada en el Alcázar, órgano que gestionaba el tráfico y preparación de flotas.
Los metales preciosos bajaban a la Casa de la Moneda (ss.XVI-XVIII), donde se acuñaba "tanta muchedumbre de oro", según un testigo ocular, "que se hacía difícil imaginar".
Un segundo rastro de aquellos días son los edificios religiosos, muchos pertenecientes a órdenes con intereses en América. Así, la iglesia de la Magdalena (ss.XVII-XVIII), que perteneciera al convento dominico de San Pablo, centro de estudios del defensor de los indios Fray Bartolomé de las Casas, coetáneo de Colón, el convento de los Remedios (ss.XVI-XVII), en la otra margen del río, erigido para protección de los marineros, la parroquia de Santa Ana (ss.XIII-XVI), catedral del barrio marinero de Triana, y el convento de Santa Paula, favorecido por descendientes de Colón, Hernán Cortés, virreyes e indianos.
La fiebre constructora favorecida por las riquezas que llegaban por el río llevó a levantar 2.400 casas nuevas entre 1561 y 1588, destacando propiedades de comerciantes. La Casa de Pinelos (ss.XV-XVII), de influyente familia genovesa amigos de Colón y activos empresarios, la de Maraña (ss.XVI-XVII), oriundos de Córcega, situada en el corazón de la antigua Judería, modelo de una arquitectura, y la casa de los Bucarelli (s.XVII), de espléndida fachada.
Finalmente, tres grandes edificios emblemáticos: Palacios de San Telmo (ss.XVII-XIX), sede que fue de la Universidad de Mareantes, Archivo de Indias (ss. XVI-XVIII), de excepcional interés documental, y la antigua Fábrica de Tabacos (s.XVIII) actual Universidad, que recuerda que por aquí entró el tabaco en Europa.
En la cercana Castilleja de la Cuesta está el llamado Palacio de Hernán Cortés (s.XVI, muy reformado), escenario de su fallecimiento, y en Santiponce, el Monasterio de San Isidoro del Campo (ss.XIV-XVII) centro exportador de productos agrícolas para América, con templo gótico y patios monacales de traza mudéjar.
Por último, un ejemplo de influencia de retorno, la Iglesia de San Agustín (s. XVIII) de Marchena con decoraciones del barroco mexicano.