El Reino de Sevilla y la nueva Roma
El monopolio del comercio con América convirtió a Sevilla a lo largo del quinientos en ciudad populosa y principal, en metrópoli que algunos vieron como una "Nueva Roma" y en la que la arquitectura y el urbanismo renacentistas dejaron profunda huella.
En su arquitectura civil encontramos tres edificios fundamentales: el Ayuntamiento, construido a instancias de Carlos V, trazado por Diego de Riaño en 1528 y ampliado en el XIX, el Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre, proyectado por Martín de Gainza, en el que destacan los patios y la iglesia que construyó Hernán Ruiz II en 1558, y la Lonja (Archivo de Indias), que diseñó en 1583 Juan de Herrera.
Merecen visitarse algunos palacios de fuerte impronta mudéjar, levantados por nobles o ricos comerciantes, como la Casa de los Pinelo, el Palacio de las Dueñas o la Casa de Pilatos.
El propio Alcázar muestra esa síntesis en el Patio de las Doncellas y enseña en sus jardines el Pabellón o Cenador de Carlos V.
Ver arquitectura religiosa del Renacimiento en Sevilla exige una visita a la Catedral (Capilla de los Alabastros, Sacristía de los Cálices, Sacristía Mayor, Capilla Real, Sala Capitular) y un ascenso a la Giralda, cuyo cuerpo de campanas construyó Hernán Ruiz II entre 1558 y 1568 como remate del alminar almohade de la antigua mezquita mayor sevillana. La Iglesia de la Anunciación, trazada por Hernán Ruiz II, alberga los sepulcros renacentistas de los Enríquez de Ribera. Algunos conventos sevillanos (Santa Isabel, San Clemente, San Leandro, Santa Clara, Santa Inés, Santa Paula) muestran también en sus portadas, iglesias, patios o decoración las reformas efectuadas en el Renacimiento.
Un itinerario puede llevarnos a Écija, con sus Carnicerías, el Arca Real del Agua (conservados parcialmente) y la fachada plateresca del Palacio de los Condes de Valhermoso.
En Osuna destacan la Colegiata de Santa María de la Asunción (a la que se adosa el Panteón Ducal), la Universidad y el conjunto de viviendas del XVI situado entre las Iglesias de la Merced y Santo Domingo, que encierra además un magnífico retablo de Jerónimo Hernández y Diego Velasco. Utrera enseña la fachada de la Iglesia de Santa María de la Mesa, obra de Martín de Gaínza.