Paisajes de Granada que inspiraron a Federico García Lorca
El poeta más grande de Granada, es el escritor español más leído de todos los tiempos.
Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1998-Víznar, 1936)
Poeta universal
El poeta español más traducido de todos los tiempos, Federico García Lorca, nació en el corazón de la vega de Granada, en Fuente Vaqueros, a orillas del río Genil con sus rumores de agua que riegan extensas alamedas y sombras que se esconden en los chozones, secaderos de tabaco. Estas tierras fueron el escenario del niño Federico, y ya en Granada, en la huerta de San Vicente, del poeta adolescente. Lorca fue feliz en donde anidaba "el viento verde”, que años más tarde pasó a ser el refugio del miedo hasta que en una madrugada, mirando a las estrellas, la rosa roja de su camisa blanca se agrandó hasta quedar sepultada bajo las raíces de un olivo.
La Vega del Genil
Es una tierra llana y fértil, regada por el río Genil, que baja sus aguas de los veneros de Sierra Nevada. Primera visita, Fuente Vaqueros donde naciera el poeta. Se puede ver su casa, hoy un atractivo museo con enseres de su niñez. Valderrubio (entonces llamado Asquerosa) es el otro pueblo donde transcurrió la vida de Federico. De este blanco pueblo tomó la tragedia rural en lo que sería La casa de Bernarda Alba. El agua es la vida de estas fértiles tierras. Paseando a orillas del río Genil, imagen que aflora con fuerza en El romancero gitano, y por el cortijo Daimuz, en las proximidades de Láchar, se recupera la infancia del poeta, llena de imágenes de pastores, campo y cielo abierto, tan presente en su obra.
Del Darro a Mariana Pineda
La familia Lorca llega a Granada y se instala a orillas del río Darro, con la cercanía de las colinas del Albaicín, Sacromonte, La Alhambra, y poco después se instalan en un palacete de la Acera del Casino, en las proximidades de la Basílica de la Virgen de las Angustias (S. XVII). Por esta residencia empiezan a pasar artistas, poetas e intelectuales, entre ellos Manuel de Falla, que tiene un carmen en las cercanías.
Es en el café Alameda (actual restaurante Chikito), en la plaza del Campillo, donde Federico mantiene unas tertulias literarias y donde leyó sus primeros poemas. Y en el Teatro Cervantes hace verbo y realidad su amor a Mariana Pineda con la obra que lleva su nombre. En la plaza Mariana Pineda una estatua inmortaliza el recuerdo de la heroína de la libertad.
En el corazón de San Jerónimo
Por San Jerónimo, camino de la Universidad, paseaba Federico García Lorca y en el cercano Centro Artístico, calle Mesones, ofrecería conciertos y leería poemas. En la misma calle, en el café Suizo, conoce a Agustina González, La zapatera prodigiosa, quien vestida de hombre exponía doctrinas libertadoras. Y en esta calle estuvo la imprenta-librería Ventura Traveset, editora del primer libro de Lorca: Impresiones y paisajes (1918). La plaza de la Universidad de hoy apenas si difiere de la que conoció el poeta.
Cerca, en el hospital y basílica de San Juan de Dios (s. XVI), obra maestra del barroco, donde se conservan los restos del santo de los pobres, el poeta se entrega a la reflexión y acentúa su sentido social de la vida. Hay pequeños patios y recovecos por los que paseaba a la sombra del imponente monasterio de San Jerónimo, ejemplo supremo del renacimiento, de notables claustros y soberbio retablo.
Leyendas del Albaicín y el Sacromonte
Federico amaba atravesar la puerta de Elvira y adentrarse por las callejuelas del Barrio de los Halconeros, hasta llegar a la Plaza Larga. Subía al mirador de San Nicolás para descansar y vagar con su mirada y poderosa imaginación por los edificios rojos de La Alhambra, dormida en el horizonte. Morisca, judía, cristiana, tres religiones se dan la mano en este símbolo de libertad que fue Granada. Por la calle de En medio, Lorca subía hasta la Abadía del Sacromonte (s. XVI) para después bajar por el camino, con sus cuevas, hasta llegar a la Alameda de los Tristes, paseo de poetas que encaminaban sus pasos hasta la Fuente del Avellano, cenáculo de la cofradía literaria del XIX que lideraba Ángel Ganivet.
El eje estético: Alhambra y Generalife
Por la Cuesta de Gomérez solía subir Federico García Lorca hasta lo que él llamaba "el eje estético” de Granada. Y se perdía por los bosques de la Alhambra, los rumores del agua y los jardines del Generalife, con la mirada fija hacia la fértil vega de su niñez. Allí, de la mano de Manuel de Falla, se celebró en la plaza de Los Aljibes el Concurso de Cante Jondo. El flamenco estaba en el alma de Lorca, como plasmó en su Poema del cante jondo. En el laberinto de arrayanes, acequias; de adelfas, rosales y jardines colgantes del Generalife, Lorcaconoció al que sería uno de sus grandes amigos, Juan Ramón Jiménez, como lo sería de Manuel de Falla a quien visitaba en el carmen que el maestro bautizara con el nombre de Ave María. Aquí leyó Lorca su Mariana Pineda y recitó el Poema del cante jondo. Como haría con otras obras, como el Romancero gitano, en el teatrillo del hotel Alhambra Palace
Huerta de San Vicente: Un dolor lírico de cabeza
Lorca le escribe a Jorge Guillén que en la huerta hay tantos jazmines y damas de noche "que por la madrugada nos da a todos en casa un dolor lírico de cabeza”. Y así debió ser la Huerta de San Vicente, un lugar virgen y alejado del ruido y bullicio que era como su otra piel. Allí, el poeta veía (y se extasiaba) con la vista de las siete colinas sobre las que se edificó Granada, con las nieves de Sierra Nevada, la vega verde y la guerrera torre de La Vela. Frenética era la actividad literaria de García Lorca y de aquí salieron parte de sus grandes obras: La zapatera prodigiosa, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Doña Rosita la soltera, Bodas de sangre y El Romancero gitano.
Entre Víznar y Alfacar
La casa de los Rosales, hoy hotel Reina Cristina y restaurante el Rincón de Lorca, parecía ser refugio seguro para el poeta al que buscaban los falangistas, con odio en los ojos. Nadie le pudo salvar, ni los Rosales, ni Manuel de Falla. Sin juicio y sin defensa ya se había dictado su sentencia de muerte por los escuadrones negros. El poeta, introducido en un automóvil, sería fusilado en la noche del 17 de agosto de 1936 en un barranco entre Víznar y Alfacar, como dice la canción. Debajo de un olivo, en el barranco eterno, duerme para siempre el mejor poeta que dio Andalucía.
Paseo 1: Fuente Vaqueros y Valderrubio
Pueblos situados en la vega de Granada. En el primero,casa natal del poeta y visita obligada al Centro de Estudios Lorquianos. En el museo están todos los recuerdos de su niñez y custodia gran parte del legado del poeta. En el segundo, la casa de Frasquita Alba y la vivienda de labranza que habitó, con numerosos aperos y recuerdos. En Fuente Vaqueros hay que probar el arroz con conejo y, Valderrubio, patatas en bicicleta. En Láchar, visitar el cortijo Daimuz.
Paseo 2: De la acera del Darro a San Jerónimo
A orillas del Darro hasta el Paseo de los Tristes, los lugares lorquianos se suceden, con la magia de unos auténticos baños árabes y teterías que jalonan el Albaicín. Y en la calle San Jerónimo, visitar la iglesia de los Santos Justo y Pastor, la plaza de la Universidad y el Monasterio de San Jerónimo, junto a la Basílica de San Juan de Dios. Lugares donde se palpa la vida universitaria, como en la plaza de Mariana Pineda y plaza de La Libertad.
Paseo 3: Por los bosques de La Alhambra
García Lorca solía subir a La Alhambra por la morisca cuesta de Gomérez, perderse por sus bosques, y escuchar los rumores del agua de las acequias. Por la puerta de las Granadas se adentra en un mundo fantástico muy presente en la exuberante fantasía del espíritu lorquiano. El Carmen de los Mártires, el Carmen de Manuel de Falla y el teatrillo del Palace son visitas obligadas.
Paseo 4: Huerta de San Vicente
Lugar simbólico de la vida de Federico, por lo que merece la pena visitar el Museo García Lorca-Huerta de San Vicente, con el famosos piano de cola, la severidad de su dormitorio y el escritorio de madera, muy del uso de la época. Lorca se encerraba todos los días en lo que él llamó la "fábrica” para crear mientras en el viejo gramófono sonaba Bach, Mozart y cante jondo.
Paseo 5: Entre Víznar y Alfacar
Al barranco donde están los restos de García Lorca se llega por la A-92, dirección Almería, salida 250. Es momento de descanso y dejar vagar la mente con el sonido de unos disparos (de cazadores). Tanto en Víznar como en Alfacar, hay herencia de hornos morunos, con repostería morisca y pan artesano. Probar las migas gachas en Víznar y las setas en Alfacar.
Lugares lorquianos para sibaritas
El mapa de los lugares lorquianos para disfrutar de la vida y dejar vagar la imaginación son muchos en el casco histórico de Granada. Este es un breve mapa donde se mezclan las tendencias culinarias moriscas y cristianas, con un toque judío. Pero con todo, es el mundo apasionante, variante y milenario de las tapas lo que identifica a esta ciudad desde tiempos inmemoriales. Ir de tapas conlleva el paseo por lugares que recorrió Lorca, darse a la conversación y saborear creaciones culinarias únicas.
Estos son algunos de los puntos inevitables si se quiere disfrutar del tapeo: la calle Navas, el Albaicín, Plaza Nueva, Campo del Príncipe, Alhamar y la Plaza de Toros. Y goloso como era García Lorca, nada mejor que acercarse a una tradición con sabor árabe como son los piononos o los dulces de calabaza de los monjes de clausura que cantaba Carlos Cano.