La iglesia de Santa Ana se aleja de los convencionalismo de las iglesias conventuales de la época, siguiendo algunos modelos sevillanos, con una iglesia de tres naves, y dos coros, alto y bajo.
Alberga una de las joyas andaluzas que formarán escuela, el retablo mayor de Blas Escobar, con esculturas del sevillano Pedro Roldán, destacando la imagen principal de La Inmaculada Concepción y el grupo escultórico de Santa Ana y la Virgen, muestra del naturalismo imperante en la época del barroco sevillano.