Tajos de Mogarejo
El Monumento Natural Tajos de Mogarejo ofrece una zona de gran valor paisajístico con extraordinarios escarpes de más de 30 metros de altura. Contienen una gran riqueza en cuanto a la diversidad de especies, algunas de las cuales, como el algarrobo, se encuentran en una situación de receso en los ecosistemas de tipo mediterráneo. También dan cobijo a acebuches gigantescos, un interesante bosque galería con abundantes tajares y un matorral mediterráneo formado por romeros y palmitos.
El desfiladero que compone los tajos se localiza en los meandros del arroyo Salado, afluente del río Guadaíra, a su paso por Montellano. Su cauce discurre por areniscas y calcarenitas, siendo éstas últimas de origen marino. Son las sales de estas rocas las que han originado el apelativo que da nombre al arroyo, ya que aporta a sus aguas una ligera salinidad. El paso del tiempo ha ido desgranando estos materiales ofreciendo curiosas oquedades llamadas taffonis.
Las rocas de estos tajos han sido utilizadas desde antaño como material para la construcción, de ahí la existencia de diversas canteras, hoy abandonadas. Estos materiales se empleaban en las edificaciones de la comarca, existiendo constancia de su utilización en el Cabildo de la Catedral de Sevilla.
Para conocer este Monumento Natural y su entorno, la cercana Sierra de San Pablo ofrece distintas posibilidades, que pasan por distintas rutas de senderismo, a caballo o cicloturismo. También, éste es lugar de encuentro para quienes practican la escalada o el vuelo libre. Muy cercana se encuentra la Vía Verde de la Sierra, perfectamente habilitada para su uso peatonal o ciclista.
En el tramo que comprende el área del Monumento Natural de los Tajos de Mogarejo se encuentra un molino harinero, denominado Molino Pintao. Estos molinos se hayan dispersos por toda la geografía conteniendo un gran valor histórico, arquitectónico y antropológico. Este molino consta de una acometida hidráulica, proveniente de un azud labrado aguas arribas, casa molinera y un singular palomar. Por encima de las ruinas del ingenio, sobre el tajo, se encuentran los restos de un antiguo oppidun ibérico (Callet).
El conjunto arquitectónico se completa con un puente histórico que cruza el cauce del arroyo, a la altura del molino. La obra, del siglo XVII sobre cimientos romanos, presenta un solo ojo y se denomina Puente de la Vera Cruz.