Málaga, artesanía insólita
La gran urbe mediterránea conserva artesanías inesperadas. Muy marinera es la carpintería de ribera de astilleros tradicionales Nereo, que construye embarcaciones junto al mar. El Museo del Vidrio y el Cristal muestra tres mil piezas de distintas épocas en una casona del XVIII. Y su afamada Semana Santa motiva la pujanza de talleres de bordados que elaboran auténticas filigranas textiles.
Hay una Málaga sorprendente por desconocida, aunque, sin duda, refleja la gran vitalidad de la población. Una ciudad que desea mantenerse como un lugar con alma, no solo volcada con los visitantes. Así, en la zona de la calle Carretería abre puertas el taller de Vidrieras Viarca, del maestro artesano Alberto Cascón y sus hijos, autor de excelentes vidrieras de la catedral de Málaga o de la iglesia de La Paloma de Madrid.
Un aperitivo en vivo lo representa el Museo del Vidrio y el Cristal. En una gran casa del siglo XVIII se muestra parte de la colección privada con más de 3.000 piezas singulares, que recorren el vidrio desde Roma al siglo XXI. Objetos elaborados por Egidio Constantini, Peter Layton, Chikara Hashimoto y de Chihuly, el número uno de los creadores de vidrio contemporáneo. Además, cuenta con 30 vidrieras de la escuela prerrafaelita inglesa, del siglo XIX, con algunas obras de William Morris.
Málaga es muy cofrade. Su Semana Santa resulta espectacular por el tamaño y la calidad de los tronos que procesionan. Y una artesanía de excepción se halla detrás de este esplendor, desde la textil a la orfebre.
Y si algo vincula a Málaga con su pura esencia es el mar, la orilla que allí se llama rebalaje. Los astilleros a la antigua, eso es Nereo, un astillero abierto en el XIX y capaz de crear una réplica del bergantín ‘Galveztown’, el navío utilizado por el malagueño Bernardo de Gálvez en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. También fabrican jábegas, una barca a remo, con tanta tradición y aroma fenicio que todavía se usa para competir entre los pueblos costeros.
