La Saca de las Yeguas, una tradición ancestral en un escenario único

Cada año, el 26 de Junio, Almonte se prepara para recibir a más de un millar de yeguas y sus potros, que han estado viviendo en estado semisalvaje durante el invierno en las marismas del Parque Nacional de Doñana. Una tradición ganadera que se convierte en fiesta y celebración y nos permite acercarnos a un auténtico e inédito espectáculo ecuestre.

Ganaderos de diferentes puntos de la región se dirigen al Rocío y las marismas para reunir los equinos y prepararlos para la Saca de las Yeguas. Os sorprenderá ver las caravanas de carros, al puro estilo del oeste.

Mayor o menor recorrido, nunca nos faltará la guitarra y el flamenco acompañando el trayecto.

El Rocío no os dejará indiferentes, con sus calles cubiertas de arena y contínuo trasiego de auténticos vaqueros a lomos de sus caballos. Una villa donde podréis ver que el principal medio de transporte es el caballo, algo que choca totalmente con nuesta forma de vivir.

Desde primera hora de la mañana, las calles empiezan a ser un continuo discurrir de gente que se prepara para la llegada de los equinos. Emoción ante la espera de su llegada!.

Nos acercamos a la plaza de la Ermita, las terrazas y chiringuitos ambulantes, denotan el ambiente de fiesta y alegría y donde no faltará la manzanilla o el rebujito y la tapita de jamón, con toques de flamenco de fondo.

No olvidéis vuestro sombrero vaquero para protegeros del sol y, mimetizaros en esta celebración al más puro estilo western.

Los "yagüerizos", así llamados a los vaqueros o ganaderos que guían a las yeguas y sus potros, comienzan a acercarse al Rocío. Atraviesan la llamada "Boca del Lobo", recorriendo las calles de la villa hasta llegar a la plaza de la Ermita.

Únicamente con sus voces y su vara o  "chivata", controlarán a esta gran manada de caballos semisalvajes y los concentrarán en la plaza hasta recibir su bendición para continuar camino a Almonte.

Pronto la presencia de los equinos empieza a notarse, nuestros sentidos se despiertan al percibir una mezcla de sensaciones al sentir el polvo, el calor que despiden los animales y su particular olor.

Sentir tan de cerca la potencia y fuerza animal, totalmente controlado por los yagüerizos os hará sentir de una manera muy especial. A pesar de su vida semisalvaje, el caballo denota su nobleza y obediencia hacia el hombre.

El estruendo de su galopar se siente bajo nuestros pies cuando prosiguen su camino hacia Almonte, despidiéndose de la Virgen del Rocío a su paso ante la Ermita.

Ante esta, reciben la tradicional bendición que realizará el párroco a su paso. Proseguirán hacia Almonte donde a su llegada se les herrará y preparará para la feria de ganado.

Desde la propia plaza, con una mirada hacia atrás nuestros sentidos se sorprenden al contemplar un escenario estático, totalmente opuesto a lo que estamos observando en la plaza: la marisma.

Allí, los flamencos se mantienen impasibles ante lo que está ocurriendo a escasos metros de ellos.

Tierra batida de las miles de pisadas, son ahora recorridas en su camino de vuelta por los vaqueros y yegüerizos después de una dura aunque festiva, jornada de trabajo.

A la puerta de las casas y los bares podréis ver que los caballos y sus jinetes tiene un espacio reservado para ellos. Un auténtico parking de caballos.

Sin bajarse del propio caballo, el resumen de la jornada y el inicio de la fiesta se fragua a lomos de caballo entre conversaciones, risas,cante y manzanilla.

Un paseo en carro de caballos junto a la marisma y recorrido por las calles del Rocío, donde podréis ver la peculiaridad de cada casa de Hermandad, es el broche perfecto para una jornada ecuestre.

Y sin perder de vista el paisaje de la marisma de este entorno natural inigualable.

¿Ya has marcado la cita para no perdértelo?