La Rambla y su cerámica
El barro amarillento de La Rambla ha marcado la viejísima tradición alfarera y ceramista que identifica a la ciudad. En sus comienzos centrada en piezas funcionales, como jarras y cántaros, caso del famoso botijo de La Rambla, hoy día en sus tornos de madera elaboran piezas con vocación netamente artística.
Los tradicionales productos de La Rambla son característicos por su blancura y por una arcilla porosa con alta capacidad para refrescar el líquido contenido. De ahí el conocido botijo rambleño. La potencia de esta artesanía ha llegado a ser extraordinaria, pues La Rambla contaba en 1988 con 56 fábricas; en 1992 con 75; y en 1999 superaron el centenar.
Desde hace siglos la cerámica rambleña se caracteriza por su enorme variedad: alfarería tradicional, todos los accesorios de jardinería imaginables, útiles de cuarto de baño, menaje de cocina, elementos para iluminación, complementos para la construcción, azulejos, objetos con reminiscencias califales o andalusíes, calados marroquíes, nuevos estilos vanguardistas y de diseño... y con múltiples estilos en las decoraciones.
El hallazgo de unos vasos campaniformes con más de 4.000 años en el poblado prehistórico donde se gestó La Rambla, es muestra suficiente de su larga tradición alfarera. La consolidación de este oficio se da en tiempos andalusíes y su mayor desarrollo se desató tras la conquista castellana.
El esplendor de La Rambla en época medieval lo testifica la torre del castillo, precisamente donde se ubica el Museo de Cerámica de La Rambla, que plasma un recorrido histórico y la estrecha vinculación del pueblo con el arte de modelar la arcilla. Se trata además de la exposición monográfica de alfarería y cerámica más antigua de España.
Cada año, desde 1926, se celebra ENBARRO, la exposición de Alfarería y Cerámica de La Rambla. Incluye un concurso que premia a las mejores muestras de alfarería tradicional, cerámica, decoración y nuevas formas.
