La Falla de Tíscar en Quesada
El municipio de Quesada, en Jaén, oculta en la pequeña pedanía de Tíscar tantos atractivos que es visita obligada cuando se transita por la zona. Ubicada en la comarca del Alto Guadalquivir y muy cerca del lugar donde tiene su nacimiento el ‘río grande’, Tíscar destaca por ofrecer grandes valores geoturísticos.
Las torres de la Atalaya del Infante Don Enrique y del Castillo de Peñas Negras, antiguas fortalezas musulmanas construidas sobre una espectacular y escarpada elevación rocosa, protegen la Cueva del Agua, un monumento natural donde piedra, agua, leyenda y religión se entrelazan creando un rincón paradisiaco.
En esta gruta natural propia de formaciones calizas, las aguas del río Tíscar se funden con las rocas del Monte del Caballo. Según la creencia local, fue en este lugar donde la Virgen de Tíscar se apareció para ayudar a los cristianos que luchaban por conquistar la plaza, un importante punto estratégico durante la Edad Media. Hoy, el santuario construido en honor a la patrona de la sierra se ha convertido en lugar de peregrinaje para muchos devotos.
Durante años, el Ayuntamiento de la localidad aprovechó la magnífica acústica y belleza del lugar para organizar certámenes y conciertos, especialmente en los meses de verano.
Si se sigue el curso del río, tan solo 300 metros más abajo el visitante encontrará un lugar de ensueño: el Pilón Azul. Una maravillosa cascada que recibe este nombre por el color y pureza de sus aguas. La flora y fauna de Cazorla se manifiesta aquí en todo su esplendor.
A todo ello se suma la Falla de Tíscar, un accidente tectónico vertical que bordea la Sierra de Quesada por el este y cuya fractura puede observarse a lo largo de la carretera que, desde el municipio, nos acerca al pueblo vecino de Pozo Alcón: todo un bello contraste paisajístico.