Julio Romero de Torres retrató la esencia de Córdoba
El maestro absoluto del simbolismo andaluz da a sus obras un carácter realista con un sentido poético. Pintó como nadie la belleza femenina y la esencia de Córdoba.
Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874-1930).
Maestro del simbolismo andaluz
Julio Romero de Torres es uno de los artistas españoles más reconocidos durante el periodo conocido como fin de siglo, llegando a ser considerado el maestro absoluto del simbolismo andaluz. Su obra se ha asociado, durante mucho tiempo, a corrientes pictóricas populares y folclóricas españolas, pero su producción posee verdadera identidad propia, pasando de ser un mero tópico a considerarse una corriente estética propia del simbolismo.
Residió a caballo entre Córdoba y Madrid, y fue en la capital donde comenzó la difusión de su obra gracias a su amistad con importantes artistas y literatos de la época, principalmente con Ramón Mª del Valle-Inclán.
Vinculado desde pequeño al Museo de Pinturas de Córdoba –cuyo padre era conservador del mismo a la vez que pintor–, la formación de Julio Romero de Torres estuvo ligada tanto a la influencia paterna y a la pinacoteca cordobesa como a las aulas de la Escuela de Bellas Artes y el Conservatorio de Música. Durante lo que se considera la primera etapa de su producción, cultivó una pintura de carácter luminista vinculada a la estética de raíz impresionista. Pero fue a partir de un viaje a Italia en 1908 cuando su trayectoria experimentó un giro definitivo, consolidando un estilo propio que identifica su pintura.
Vestigios romanos
Córdoba rivalizó en su día en esplendor con ciudades como Constantinopla y Bagdad. Entre los siglos X y XII, Córdoba era la ciudad más grande de Europa y centro de la vanguardia cultural. Todo comienza en la época romana.
Ya por aquel entonces esta ciudad contaba con un templo cuyas dimensiones 16 metros de ancho por 32 de largo y 15 de altura dan fe de la importancia del mismo, puesto que Córdoba formaba parte de la Vía Augusta. Precisamente el foro colonial, con los principales edificios públicos de la ciudad romana, atravesaba la actual plaza de las Tendillas, punto neurálgico de la ciudad donde merece la pena esperar hasta las horas en punto para escuchar la solea interpretada a guitarra, que parte de la torre del reloj.
Nada tiene que ver con la arquitectura andaluza la plaza de la Corredera. Sus edificios porticados presentan un aire castellano cuya explicación encontramos en el origen salmantino de su arquitecto Antonio Ramos. Una plaza escenario de ejecuciones y castigos ordenados por la Santa Inquisición y que además fue plaza de toros.
Plaza del Potro y Museo Romero de Torres
Siguiendo nuestro paseo llegamos hasta la plaza del Potro donde se encuentran el Museo de Bellas Artes, en lo que fue el hospital de la Caridad. Aquí encontraremos una importante colección de obras de artistas cordobeses desde la Edad Media a nuestros días, entre ellos Pedro Romana, Pablo Céspedes, Juan Luís Zambrano y como no, Julio Romero de Torres cuyo Museo está a pocos metros. Sorolla y Zuloaga también tienen un hueco en esta pinacoteca que conserva una importante colección de dibujos de artistas españoles del siglo XVI al XX.
El Museo de Julio Romero de Torres se halla en la que fue su casa. Seis salas exponen gran parte de la obra del pintor cordobés que supo pintar como nadie la belleza femenina andaluza, prueba de ello la fama que consiguió gracias a uno de sus cuadros más internacionales La chiquita piconera, que se puede ver en este museo junto a otras conocidas obras como Viva el pelo y Naranjas y limones. En este museo también podemos contemplar numerosos retratos, fotos y publicaciones sobre el pintor.
Encuentro con la historia
A unos metros, en el lugar donde se situó el segundo mayor teatro de todo el imperio romano, encontramos el Museo Arqueológico. Muchos de los restos del antiguo teatro están precisamente integrados en el propio museo, uno de los más importantes de España en lo que a arqueología se refiere. Aquí se pueden ver restos relacionados con las industrias que existían en la ciudad. También alberga la más importante colección de moneda andalusí del mundo, siendo especialmente bellas las monedas de plata de época omeya. Y para rematar, una imagen de postal y mil veces inmortalizada: el callejón de las Flores, pasaporte de Córdoba por todo el mundo, y sin duda, uno de los rincones con mayor encanto de la ciudad.
Paseo 1: Puente Romano - Mezquita/Catedral de Córdoba - Torre de la Calahorra (Museo de las Tres Culturas) - Judería - Calleja de las Flores - Monumento de Maimónides - Plaza de Maimónides - Museo Taurino - Zoco artesanal - Calle Judíos - Sinagoga - Puerta de Almodóvar.
Paseo 2: Alcázar de los Reyes Cristianos - Caballerizas Reales - Barrio de San Basilio - Jardín Botánico - Río Guadalquivir.
Paseo 3: Plaza del Potro - Museo de las Bellas Artes y el Museo de Julio Romero de Torres - Iglesia de San Francisco - Arco del Portillo - Calle Julio Romero de Torres - Plaza Jerónimo Páez - Museo Arqueológico - Plaza de la Corredera.