Granada de las cien artesanías
En la extraordinaria artesanía de Granada late con fuerza el alma de las civilizaciones que han forjado esta ciudad. La cultura nazarí ha dejado una artesanía viva en Granada, la taracea, que elabora mosaicos de madera incrustada que siguen a la venta en el viejo barrio comercial, la Alcaicería. Sin olvidarnos de la cerámica de fajalauza, de origen morisco y colores verde y azul, o de sus afamados lutieres e imagineros de Semana Santa.
La cerámica trabaja la fajalauza, la cuerda seca o el reflejo metálico. Este arte, de raíz andalusí, se complementa con la alfarería popular. Estas piezas respondían a formas de vida de la sociedad rural que derivaron a la producción con fines decorativos, una tendencia que prevalece en este sector artesano.
En la misma Alcaicería granadina pueden admirarse, y comprarse, los trabajos de taracea, artesanía introducida en España por los árabes hace un milenio. Esta labor añade a la marquetería, que combina los colores de las maderas, la incrustación de otros materiales y metales, dando lugar a una estética detallista, brillante. Los artesanos se han inspirado para sus dibujos geométricas en la Alhambra, cuyo influjo nunca cesa.
El metal resuena todavía en el Albaicín y el Sacromonte. Los actuales herreros y caldereros son jóvenes que han recuperado esta artesanía. El cobre, ahora el latón, se forja gestando formas tradicionales, como calderos, braseros o ahumadores, pero también paragüeros, lámparas o muebles.
El cuero granadino adquirió fama tras incorporar el policromado al cuero repujado, creando los guadameciles. Oficio de gran maestría manual, requiere buen gusto para dibujar y repujar en el cuero los motivos diseñados, que van desde lo figurativo a geometrías y adornos. Su producción se atiene a líneas clásicas para elaborar tableros de ajedrez, cofres, trípticos o escribanías.
Los lutieres son uno de los colectivos artesanos más reconocidos, recibiendo encargos de todas las partes del mundo. Hay constancia de que en el siglo XII ya se fabricaban instrumentos en la ciudad, motivo suficiente para que hoy el entendido busque a los maestros de las seis cuerdas en Granada y provincia, caso de Daniel Gil de Avalle, al considerarlos entre los mejores por tan larga tradición.