El presente y el futuro del género. La Cuarta Llave de Oro del Cante
Desde que en 1979 José Monge Cruz, Camarón de la Isla, grabó "La leyenda del tiempo", el futuro del flamenco tiene otra cara. En aquella producción de Ricardo Pachón hubo muchas cosas nuevas: Kiko Veneno, Rafael y Raimundo Amador (Pata Negra), Pepe Roca, las letras de Omar Kayan, Lorca y Fernando Villalón, Tomatito en lugar de Paco de Lucía, el teclado de Rafael Marinelli, la batería de Antonio Rodríguez... Y, sin embargo, nada dejó de sonar flamenco.
Experiencias previas como las de Smash en "Behind de Stars", la posterior edición de El Garrotín rockero que el grupo sevillano estructuró sobre la voz de Manuel Molina y la incipiente curiosidad de unos jovencísimos Pata Negra se unieron para apostar, definitivamente, por el "Nuevo flamenco", un proyecto fuertemente apoyado también por el trabajo de Paco de Lucía y su septeto.
Esta tendencia ha encontrado su premio en la entrega de la Cuarta Llave de Oro del Cante a título póstumo a Camarón de la Isla, que ha recibido el galardón después de muerto de manos de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía por la influencia que, según este organismo, el isleño ha ejercido sobre los jóvenes flamencos.
A raíz de todo esto surgió el gran debate entre ortodoxos y heterodoxos, un conflicto que pone en evidencia la vitalidad de un género que no se resigna a estancarse en la repetición y que trata de abrirse caminos expresándose en multitud de formatos. Actualmente, las dos tendencias han sabido encontrar su lugar, aunque las disputas no se han acabado ni se acabarán, por el bien de un arte que, tras una larga historia a sus espaldas, sigue dando motivos para que el ciclo no se cierre.
Y el futuro del flamenco es prometedor, dada su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El flamenco es como Andalucía misma: una tierra que encuentra su razón de ser en la diversidad, un lugar donde conviven multitud de puntos de vista y donde todos sus habitantes son conscientes de que eso les enriquece. Larga vida, pues, al flamenco, porque no sólo representa a un pueblo: también lo diferencia de los demás.