El edificio del Museo Padre Martín Recio fue en origen sede de una fundación de unas Escuelas Pías encomendadas a la compañía de Jesús. Comenzadas las obras en 1671, pronto cambió su destino para convertirse en cárcel, función que mantuvo hasta 1950. En 1993 fue rehabilitado como museo.
Organizado en torno a un patio central, el museo tiene una vocación netamente arqueológica, aunque cuenta también con un sala dedicada a la obra de Antonio Aguilar y Cano, autor relevante de la historiografía estepeña del XIX. La planta baja se reserva para exposiciones temporales y diversas dependencias del propio museo, situándose las colecciones en la escalera de acceso, la galería superior y tres salas en torno a ella.
Se conservan piezas prehistóricas y protohistóricas: útiles líticos, cerámicas, elementos metálicos; romanas: Epígrafes, cerámicas, elementos constructivos y votivos, etc. De épocas paleocristiana y visigoda conserva también interesantes ladrillos decorados con emblemas religiosos y del periodo islámico restos de cerámica de variados diseños. Quizás la obra más interesante sea un Eros Durmiente del segundo cuarto del siglo II d. C.