El Aljarafe, artesanía viva
En la vieja comarca del Aljarafe las diferentes civilizaciones han ido dejando su poso con toda naturalidad, desde incluso antes de los fenicios. Sus olivos y viñas salpican un paisaje cultural dotado de un variopinto muestrario de artesanos. Las romerías y fiestas requieren de mantones y sombreros tradicionales, también perviven telares donde se hilan alfombras a mano y qué decir de las tortas de aceite, que han conquistado un mercado internacional. Y, por supuesto, el mosto, el vino joven que es todo un clásico.
Solo hay que contemplar la autenticidad del paisaje de esta comarca, aledaña a la ciudad de Sevilla, para entender que atesora mucha historia y una artesanía virtuosa. En uno de sus cerros apareció el tartésico tesoro del Carambolo y, miles de años después, siguen surgiendo arte y artesanía con el poso de la tradición.
Sentarse a la mesa, o buscar charla en la barra de sus tabernas, se hace en el Aljarafe para degustar unos caldos muy singulares y sus famosas aceitunas. Los vinos tintos y blancos aquí ceden el protagonismo al néctar más humilde, pero también más reconocido: el mosto. Cuando se bebe el primer zumo de la uva, el de los fríos del invierno, el parroquiano de hoy disfruta de una cultura milenaria.
No se quedan atrás las aceitunas del Aljarafe, que tienen justa fama de finura. Otro tanto ocurre con su jugo convertido en aceite de olivar virgen extra, apuesta segura para quien busque una forma artesana de comer y beber.
Una de las más conocidas artesanías aljarafeñas también se come: es la torta de aceite. Un singular postre elaborado por mujeres que, con variedades muy contemporáneas, ha ido ganando mercados y modernidad.
La artesanía textil reúne una gran variedad de oficios y productos: los trajes de flamenca, el bordado y encaje en hilo, el bordado religioso en hilos de oro o plata, sobre damasco, seda, terciopelo o tisú; y los mantones de manila con sus enrejados, calados y flecos.
Y, por supuesto, el barro. En esta tierra se trabaja la azulejería, la cerámica artística tradicional, la reproducción de cerámica antigua, la alfarería de siempre y la nueva cerámica creativa. Obras para el adorno, como el azulejo y la baldosa; o funcionales como las macetas, cuencos y búcaros.