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REGIONES Y BLOQUES DE LA PLANTILLA

De gambas y langostinos: Andalucía con sabor a mar

Gambas y langostinos

Las lonjas de los pueblos pesqueros, donde a diario se subasta el pescado y el marisco, son en la temporada estival el gran escaparate de la Andalucía marinera. Langostinos de Sanlúcar, gamba blanca de Huelva, para muchos el "jamón del mar"; pero también la quisquilla de Motril y la gamba roja de Garrucha, son "pecatto di cardinale", se cocinen como se cocinen.

Si hubiera que elegir un solo lugar donde la brisa marina y las tardes de verano te animan a fantasear, seguro que este sería la Costa de la Luz. En este dédalo de marismas y brazos de mar, desde Ayamonte a Isla Cristina, reina la gamba blanca de Huelva, que se pesca en los fondos arenosos de su costa. Saborear su carne blanca —bigotes intactos, sin ultracongelación—, tocado por la brisa del Atlántico y con un vino del Condado de Huelva, es una experiencia que quedará para siempre en tu paladar y en tu memoria, aún con más firmeza si, en ruta, se visitan otros enclaves del entorno.

Puerto de Isla Cristina

Este es el caso de Punta del Moral, barriada de pescadores frente a Isla Canela, un horizonte engalanado de artes de pesca y barcos fondeados. Da nombre a la principal cooperativa pesquera de la zona que, no por ello, ha perdido el ambiente familiar que durante décadas la ha caracterizado. El itinerario prosigue por el Puerto de Isla Cristina, el de mayor facturación en fresco de Andalucía con el 90% de la gamba blanca que se consume. Su lonja reserva un asiento de excepción para el visitante que quiera seguir una subasta muy vibrante. Todo lo visto nos podría parecer de gran atractivo, pero aún nos queda la etapa más singular: el Puerto de Ayamonte, en la desembocadura del Guadiana.

Gamba de Huelva

Puede parecer sencillo, pero la mejor receta para elaborar la gamba blanca es condimentarla con la sal de la Costa de la Luz. Algunas empresas la siguen produciendo de forma artesanal, como las Salinas del Alemán, Biomaris, que se han reinventado para ofrecer baños de magnesio y fango.

El langostino de Sanlúcar de Barrameda, paisaje e historia

Antes de que el turismo fuera accesible a un amplio espectro de población, Sanlúcar de Barrameda ya era un referente. En el siglo XIX, aristócratas y una incipiente burguesía pusieron de moda a esta ‘San Sebastián del Sur’, por sus playas, por la panorámica del paisaje, que hoy es espacio protegido de Doñana, por el espectáculo de la desembocadura del Guadalquivir y por su gastronomía, eternamente su gastronomía, que tiene como protagonistas estelares a sus bodegas de manzanilla, la huerta y su langostino.

Más de 100 barcos componen la flota sanluqueña que en las cálidas aguas del Golfo de Cádiz recoge este genuino crustáceo, caracterizado por la singular coloración azul de la cola, las rayas del lomo y sus gruesos bigotes. También lo trabajan las flotas de Rota y Chipiona, donde llaman ‘pablosromeros’ a los ejemplares de mayor envergadura, en justa relación con los toros morlacos de dicho hierro ganadero.

Langostino de Sanlúcar

El recorrido arranca en el Puerto de Bonanza y en la lonja. Otro buen lugar para visitar es la Plaza de Abastos, del siglo XVIII. Impresionantes son también sus cuadriculadas salinas, como la de Bonanza, cuya actividad está documentada desde el siglo XIV. La belleza de este paisaje, con sus matices de luz y texturas, la plasmó magníficamente la pintora Carmen Laffón.

Degustar el langostino no es ningún problema, hay una enorme diversidad de bares y restaurantes en playas afamadas, como Bonanza, Bajo Guía o La Calzada y Las Piletas, escenario de sus estivales y muy reconocidas carreras de caballos.

Carreras de Caballos Sanlúcar

La quisquilla de Motril: de la tapa popular a la alta cocina

Según el diccionario, quisquilloso es "la persona que se para en quisquillas, que se detiene en pequeñeces", emulando al reducido tamaño del camarón que le cede nombre. No supera los cinco centímetros y se distingue por el color azul de sus huevas. En la Costa Tropical de Granada, la especie tiene apellido propio: la quisquilla de Motril. Con sabor y calidad propios, su origen está en la singular orografía del litoral y en los aportes de agua dulce que baja de Sierra Nevada.

Quisquilla de Motril

Imprescindible en cualquier lista de tapas que se precie, se sirve habitualmente frita o a la plancha, con sal gorda, aunque reputados chefs le están dando una nueva dimensión a las recetas que protagoniza este crustáceo.

En un paseo guiado por el puerto o la lonja, el anfitrión nos explicará que los fondos rocosos de la zona solo permiten capturarla por el método artesanal de las nasas, un arte de pesca muy singular y sostenible. Este sabroso manjar es compañero de excepción de la enorme variedad de frutos subtropicales —mangos, aguacates, guayabas, chirimoyas— que ofrece esta tierra, pero también de una huerta que presenta un microclima único, donde se abrazan mar y montaña. Para el maridaje, contamos con los excepcionales vinos de Granada, con Denominación de Origen y bodegas en la Contraviesa y la Alpujarra.

El Mercado de San Agustín, visita obligada, se alza ahora donde estuvo una de las puertas de la ciudad. Motril es también el puerto de donde partió la caña de azúcar rumbo a América y urbe que propició su desarrollo y nos legó un gran patrimonio industrial. El Ingenio de la Palma acoge un centro de interpretación que nos facilitará conocer esta cultura gastronómica y un saber tradicional.

Museo del Azúcar

La gamba roja, el reclamo gourmet de Garrucha

Si, de alguna manera, los productos del mar son un complemento gastronómico para el turismo de sol y playa, en el pueblo almeriense de Garrucha la gamba roja es su principal reclamo y protagonista. Apreciada en mercados gourmets, la calidad de las capturas se debe a una idónea temperatura del agua y a una orografía muy especial, con fondos profundos cerca de la costa.

Lonja de pescado de Garrucha

Bajo su caparazón rojo, la carne dura y llena de sabor es inconfundible. No falta en los más de 60 bares y restaurantes de la localidad y se sirve sobre todo a la plancha. En el puerto la llaman el "oro de Garrucha", pues supone el 11% de las capturas que pasan por la lonja —una referencia además para pescados de roca—, y genera la mitad de los ingresos.

Lonja de pescado de Garrucha

Pasear por el puerto y observar las descargas antes de la subasta es una excelente forma de imbuirse de los sabores de Garrucha, de su historia y esencia. A modo de referencia, ya hace miles de años que la enorme actividad portuaria de la zona dio lugar al asentamiento. En el siglo XIX, el tránsito marítimo se acentuó con las labores mineras, las fundiciones y la exportación de metales y minerales. Garrucha se llenó de mansiones de veraneo, se segregó de Vera y se construyó el faro. Pero su idiosincrasia, en lo más hondo, seguía siendo pesquera.

La propia casa consistorial se levantó sobre un antiguo almacén de sal y hoy es testigo de que la esencia marinera se sigue mostrando en cada rincón. El Castillo de Jesús Nazareno, construcción del siglo XVIII que fue erigido en lugar elevado para defenderse de los piratas, acoge hoy el Centro de Interpretación de la Pesca. ¡Disfruta del sabor y de unos momentos muy marineros!

Castillo de las Escobetas
De gambas y langostinos: Andalucía con sabor a mar
Garrucha, Motril, Sanlúcar de Barrameda.