Las visitas de la realeza, el tránsito de viajeros ilustres y los primeros turistas del Renacimiento utilizaron este camino para desplazarse de la corte, desde las dos mesetas castellanas, al valle del Guadalquivir, y llenaron de vida los mesones y ventas que salpicaban el macizo de Sierra Morena (de ahí el apodo de Camino de las Ventas). En sentido contrario, el movimiento de las riquezas venidas de Indias, desde Sevilla a la corte, hizo de este camino un nudo de comunicaciones estratégico entre el norte y el sur de la península ibérica. Por aquí pasaban la mayor parte de los viajeros que transitaban desde la corte castellana con destino a la baja Andalucía (Córdoba, Sevilla y Cádiz), o a Málaga a través del camino del Carpio.
Ya había sido eje viario principal durante el periodo andalusí, pues, no en vano, el camino también es apodado como ‘de la Plata’, que deriva del término árabe al balat, cuya traducción es camino empedrado. Debido a este uso generalizado, muchos autores del Siglo de Oro sitúan la acción de sus obras en este camino. Pícaros, reyes, caballeros y damas, amantes, bandoleros, clérigos y un sinfín de personajes serán los protagonistas de las vivencias creadas por las mayores glorias de la literatura de este periodo. El paso por Sierra Morena será cantado por su belleza y temido por sus peligros. En este mismo sentido, este recorrido será escenario de las aventuras y desventuras de don Quijote. Primero, fue escenario del retorno de don Quijote a su aldea, desde el lugar de su penitencia, y, después, desde la venta del Molinillo. Es por todo ello que algunos autores proponen llamarlo como Cervantino.
Subir desde la vega de Córdoba a la Mancha y al valle de Alcudia por los puertos de Sierra Morena, disfrutar de esos paisajes de enormes contrastes, conocer de primera mano el patrimonio caminero heredado o imaginar que sufrimos en nuestras carnes el polvo del camino, los engaños del pícaro o el asalto de golfines y bandoleros…Es otra historia, la de un camino que ya es milenario.