Córdoba ciudad con genio
Un paseo por Córdoba ofrece callejas con encanto, edificios de renombre, como el de la Fundación Gala, esculturas singulares, museos de interés (el de Julio Romero de Torres) y, sobre todo, misterio y belleza. Es la manera como se manifiesta la enorme sabiduría de sus grandes figuras históricas: Averroes, Maimónides, Góngora…, ¡inabarcable!
Córdoba ha sido modelada por genios desde el origen de los tiempos. Uno de ellos todavía reside en la ciudad y sigue engrosando sus bondades. Se trata del escritor, poeta, dramaturgo y guionista Antonio Gala, cuya obra, apabullante en calidad, se ramifica a través de su Fundación.
La saga de los más insignes la inició el estoico cordobés Séneca, cuyo espíritu observa la vida pasar desde su estatua en la Puerta de Almodóvar. Dejó tal impronta, que la personalidad de la ciudad no se entendería sin conocer los estoicos trazos de su pensamiento y carácter. El tratado ‘Sobre la tranquilidad del alma’ es toda una guía personal, pero también sirve para asomarse a esta milenaria ciudad.
Averroes, médico, matemático, filósofo aristotélico y creador de una escuela de pensamiento, sufrió las iras del poder, como Séneca, pero su obra también ha llegado a nuestros días. Como Maimónides, es filósofo, médico y astrónomo, y su legado influyó enormemente en toda la cultura hebrea posterior. La sinagoga de Córdoba (siglo XIV), extraordinario edificio de la célebre judería, es parada obligatoria para conocer la época y pensamiento del autor. Ambos genios cuentan con sendos monumentos, pero Ibn Firnás, cordobés que realizó el primer vuelo en paracaídas, tiene hasta su propio puente.
Precisamente, en la plaza Maimónides cierra la calle Averroes y nace la rúa que vio nacer a Luis de Góngora, la de Las Pavas, hoy Tomás Conde. Gigante de la literatura e imitado durante siglos, fue reivindicado por la Generación del 27 y, él sí, nació y murió en Córdoba. Dejó un poema dedicado a la ciudad, donde se lee: ¡Oh siempre gloriosa patria mía / tanto por plumas cuanto por espadas!, además de un poso literario del que Gala también es deudor.
El abanico de genios, además de contar con el torero Manolete, lo completa un maestro de los pinceles, el extraordinario Julio Romero de Torres. El museo en su honor, en la famosa Plaza del Potro, muestra la obra maestra de este artista simbolista, modernista y capaz de expresar la cultura de su país sin ningún tipo de filtros.
