Aquí se encuentran los restos del único Palacio Episcopal que hubo en la provincia de Málaga fuera de su capital, para residencia de las altas autoridades eclesiásticas. Mandado a edificar por don Bernardo Manrique de Lara en el s. XVI, contiguo a la Iglesia de San Juan.
Fueron muchos los obispos que quedaron prendados de esta villa, atraídos por la gran productividad de sus huertas, por su riqueza de agua y por su apacible clima. Esta circunstancia conllevó grandes aportaciones en el municipio que aún hoy podemos disfrutar.
Habría que destacar la labor de Monseñor Eulate de Santa Cruz, que encargó y costeó cuatro de las principales fuentes del municipio en el año 1753, una en la Plaza Alta (Alameda), otra en su Palacio (hoy desaparecido), otra en la Plaza Baja (Plaza Bermúdez de la Rubia) y la cuarta por donación a las monjas clarisas del convento de la Encarnación. También la de Monseñor José Vicente Lamadrid, obispo que erigió la Iglesia de San Andrés en el hospital de la Caridad, construyó el ‘’Camino de Coín’’ a Málaga, el ‘’Paseo del Obispo’’ y la conocida ‘’Huerta del Obispo’’, y que yace hoy junto al púlpito de San Juan.
El Palacio Episcopal pasó a manos privadas durante la desamortización, y en el año 1947 abrió sus puertas como colegio, inicialmente de niñas, Nuestra Señora de Lourdes, por la mano de la señorita Maripepa Presencio, semilla de la actual Cooperativa de enseñanza Ntra. Sra. de Lourdes. Posteriormente en 1963 se abrió el colegio para niños Santo Tomás de Aquino.
En los años 80 fue adquirido por una cooperativa de viviendas que construyó el edificio actual. Durante su demolición quedaron al descubierto parte de la muralla del castillo árabe sobre el que se asentaba.
No obstante aún quedan algunos elementos que todavía podemos disfrutar, tales como las antiguas bodegas conocidas como La Cueva del Monaguillo, o el patio y las viviendas situadas junto al Compás.