Cartajima

A 845 metros sobre el nivel del mar se alza Cartajima junto a los Riscos de su mismo nombre. En la cabecera del Valle del Fenal su privilegiada situación permite al viajero disfrutar de impresionantes vistas panorámicas; al sur el Valle del Genal y al norte las crestas montañosas de la Serranía de Ronda.

El viajero entra en contacto en el paseo por sus estrechas y empinadas calles, ajenas al ruido del tráfico rodado, donde el tiempo es un valor que se desgrana lentamente, con aromas de plantas ornamentales que se entremezclan con los olores domésticos de leña de los hogares, de pan horneado y de los guisos propios del terreno.

Historia

Poco se conoce de los antecedentes históricos de esta población serrana; sin embargo su historia debe estar necesariamente ligada a la presencia árabe y a las posteriores guerras territoriales que permitieron el dominio cristiano.
Cartajima se distinguió en la Guerra de la Independencia por su afán en la lucha contra las tropas napoleónicas, y ha pasado a la Historia un guerrillero montañés natural de esta localidad, Andrés García, como autor de la muerte del representante del gobierno francés en la ciudad de Ronda.
En 1725 se instala en Cartajima una fábrica de hojalata y un alto horno, iniciándose aquí el nacimiento de la siderurgia andaluza. La experiencia fracasará a la larga, debido sobre todo a la falta de carbón mineral para la combustión del horno.
En 1814 fue nombrada villa por Fernando VII. Durante el siglo XIX conoció una época de prosperidad gracias a la explotación de las minas de hierro de su municipio -hoy abandonadas- y a la fundición, a pequeña escala, de cañones y piezas de artillería.