Ermita de Nuestra Señora de La Soledad

La Ermita de Nuestra Señora de La Soledad es un santuario dedicado a la Virgen de la Soledad, Patrona Apud Deum y Alcaldesa Mayor Perpetua de Cantillana. También se sitúa en este templo el Patrón de la localidad, San Sebastián. Se trata de un conjunto artístico de estilo neoclásico levantado entre 1765 y 1792 sobre un edificio anterior, la ermita medieval de San Sebastián, que quedó deteriorada tras el terremoto de Lisboa de 1755.

Tiene planta de cruz latina y consta de una espaciosa nave cubierta con bóveda carpanel con lunetos y el crucero con bella cúpula decorada de yeserías y las imágenes en relieve de los cuatro Evangelistas con la secuencia del Stabat Mater en las pechinas. Su interior está decorado en 1793 con un importante conjunto de retablos e imágenes de estilo neoclásico con reminiscencias barrocas, obras de José Mayorga y Manuel Caetano da Cruz e imaginería de Juan Bautista Patrone.

Destaca el retablo mayor, con las imágenes centrales del Cristo del Sepulcro y la Virgen de la Soledad (1583) en su camarín; suntuosa estancia decorada con pinturas, tallas y relieves con los símbolos de la pasión que recubren todo el espacio, cuenta con ventana trasera y está cubierto por bóveda de aristas, se accede por dos escaleras con azulejos trianeros del siglo XVIII. En la capilla mayor, dos portadas retablos dedicadas a San Sebastián y Santa Rita dan acceso a la sacristía y sala del tesoro respectivamente, de sus paredes cuelgan una gran colección de exvotos.

En el crucero los retablos de Santa María Magdalena y San Juan, junto a este último, el retablo del sagrario con el Cristo de la Agonía, curioso crucificado mexicano de pasta de maíz de hacia 1560. La cofradía de la Soledad procesiona el Viernes Santo y conserva entre sus ritos la celebración del Descendimiento de la Cruz y del Santo Entierro. Atesora un valioso conjunto de palio y manto bordados en oro por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1898.