Bosques con duende, bosques con sabor
Con la llegada del otoño y las primeras lluvias, en los bosques andaluces se despereza la magia y pequeños duendes cobran vida. El frío y el agua se alían para que los hongos renazcan de la tierra y comiencen las salidas al campo de los amantes de las setas. Cesta en mano, recorren los bosques en busca de su preciado tesoro culinario. Cada año, níscalos, gurumelos, tanas o la singular trufa negra surgen como por arte de magia para deleite de los aficionados al turismo micológico, una experiencia que aúna deporte, gastronomía y contacto con la naturaleza.
La micología es una actividad muy antigua, tanto que se remonta a cuando nuestros ancestros iban a los bosques para obtener alimentos. Hoy día, nuestra supervivencia ya no depende de estas salidas, pero se han convertido en una actividad genial para pasar un inolvidable día de campo mientras caminas por la sierra, identificas especies y recolectas sus frutos. Hay pocas actividades que te conecten tanto con la madre tierra y sus frutos.
Andalucía cuenta con todos los requisitos para ser un paraíso de la recolección de setas. Su gran variedad de paisajes y su rica biodiversidad la convierten en un destino ideal para los amantes de la micología. Coge tu buena cesta, que favorezca la dispersión de las esporas, no te dejes la navaja y ponte tus mejores botas, bosques como los de Aracena, Alcornocales, Sierra Norte o Alhama te esperan.
En Andalucía existe una red de rutas micológicas compuesta por siete recorridos: "Santa Rita" en Cabra (Córdoba), "Prado Alto" en Bayárcal (Almería), "La Nava" en Aracena (Huelva), "Llano del Enebral" en Iznalloz (Granada), "Pantaneta de Alhama" en Alhama de Granada (Granada), "Valdeinfierno" en Los Barrios (Cádiz) y "Pinares Puebla del Río" en Puebla del Río - Aznalcázar (Sevilla). Cualquiera de ellas te descubrirá un mundo apasionante, oculto entre los bosques otoñales de nuestra tierra.
¿Sabías que en Andalucía está presente el hongo más cotizado del mundo? Se llama "trufa negra" y su valor en el mercado alcanza precios desorbitados, motivo que le ha valido el sobrenombre de "diamante negro de la cocina". Más baratas, pero no menos exquisitas son el "rebozuelo", frecuente en Los Alcornocales, y el "tentullo", en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Otra de las setas más codiciadas es la "tana", que crece en castañares y alcornocales onubenses. Tampoco te pierdas el "gurumelo". En pueblos con tradición micológica, como Fuenteheridos, lo elaboran exquisito, simplemente con un revuelto de huevo.
Antes de aventurarte a recolectar setas por cuenta propia, es muy importante aprender a distinguir las especies. En Andalucía, en cada provincia, existe un Punto de Información Micológica (PIM). Son aliados excepcionales, como también lo es el Jardín Micológico y Centro Andaluz de Micología "La Trufa", en Priego de Córdoba, una infraestructura pionera con cuya visita te convertirás en un experto en la materia.
Rutas con expertos
Lo aconsejable es que realices las rutas acompañado de expertos, de empresas de ecoturismo que te descubran los secretos de los bosques y te aconsejen sobre cómo coger setas. De esta manera no solo evitarás las venenosas, también aprenderás el mejor modo de recolectarlas sin perjuicio para la naturaleza y beneficiando su dispersión por el bosque.
Equípate para iniciar la aventura micológica, cesta y navaja son imprescindibles. La importancia de depositar las setas en una canasta tiene como objetivo que los hongos, una vez cortados y mientras caminas por el bosque, puedan respirar y sus esporas se esparzan. La navaja, por su parte, sirve para cortar la seta y no arrancarla, evitando así daños en el suelo y en la conexión que mantiene con los árboles del entorno.
Cada ruta puede durar alrededor de unas cuatro horas, así que al final del camino desearás pasar a la siguiente fase: degustar los hongos que has recolectado. Puedes cocinarlos en casa o acudir a los bares y restaurantes, santuarios de una cocina otoñal extraordinaria. Se trata de un alimento sano, sabroso y muy bajo en calorías. Ideal para comerlas solas, con aceite y sal, cocinadas de mil maneras o bien como guarnición en numerosos platos. Vuelta y vuelta con un poco de ajo son ideales.
A estas alturas es evidente que las setas son una delicia culinaria, un asunto que viene de lejos, ya que los romanos, muy aficionados a ellas, las incluían en un lugar destacado de sus recetarios. Como anécdota, la reina de las setas comestibles, la oronja, tiene como nombre científico Amanita caesarea, o amanita de los césares, en referencia a la afición que los emperadores romanos tenían por este delicioso hongo. ¡No lo dudes, date un banquete de reyes!