Berja
Berja está situada en la Baja Alpujarra Almeriense, en un amplio valle a unos 300 m de altura, una fértil vega rodeada de montañas, abundante en agua y agraciada con un clima envidiable. Por su situación geográfica se le considera entrada natural a La Alpujarra, siendo fácilmente accesible desde la costa del Poniente Almeriense.
Una de las teorías sobre el origen del término Alpujarra, traduce esta palabra por “La Indomable”: una tierra bravía, montañosa, inaccesible, cuyo aislamiento ha permitido conservar algunas de las tradiciones de la España más auténtica, en el marco de un paisaje espectacular, entre las cumbres más altas de la Península Ibérica y el cálido Mar Mediterráneo. Una tierra árida en apariencia, que ha debido ser moldeada por el ser humano a través del esfuerzo de generaciones, hasta llegar a convertirla en un vergel, gracias al ingenioso aprovechamiento del agua de nuestras más de 30 fuentes y manantiales.
Esta riqueza en agua ha permitido desde época romana y árabe la existencia de múltiples alquerías y cortijadas dispersas por toda la vega. Ese es el origen de las pequeñas barriadas de Alcaudique, Benejí, Peñarrodada, Hirmes, Río Chico, Río Grande, Castala, Chirán y San Roque, si bien la mayor parte de la población vive actualmente en la propia Berja, situada en el centro del valle, cruce histórico de caminos y punto estratégico para el comercio entre la costa y el interior.
En Berja podemos encontrar todos los servicios de una ciudad moderna, incluyendo una Oficina de Turismo. Sin duda, éste es el mejor punto para iniciar la visita al municipio ya que, además de la información gratuita que ofrece sobre Berja y sobre toda la comarca, está situada en pleno centro histórico, uno de los mejor conservados de la provincia. Son destacables aquí las casas señoriales y palaciegas de los Siglos XVIII y XIX, herencia del esplendor alcanzado gracias a las minas de plomo de la época.
Las zonas naturales protegidas son El Parque Periurbano de Castala y las Zonas de Especial Conservación de Sierra de Gádor y de Río Adra. Además, existen zonas de elevado interés paisajístico como los alrededores del embalse de Benínar, las Fuentes de Marbella o Hirmes. Una naturaleza privilegiada en la que se puede practicar senderismo, BTT, vuelo libre, escalada, barranquismo y equitación, o simplemente pasear junto al murmullo del agua en nuestra Ruta de las Fuentes.
Así es Berja, donde podrás descubrir ruinas romanas, árabes, fuentes, manantiales, gastronomía típica (especialmente las “tapas”, gratuitas con cada consumición y a elegir por el cliente) y un gran patrimonio histórico y religioso, donde destaca el Santuario de la Virgen de Gádor, nuestra patrona, que recibió la Coronación Pontificia en 2016. Sin olvidar la amabilidad de nuestra gente y nuestras tradiciones, como la Semana Santa, que se vive con gran pasión.
Berja es el lugar ideal para conocer toda La Alpujarra, tanto la parte almeriense como la granadina, y a sólo 15 minutos del mar y de algunas de las montañas más bellas de España, una tierra de contrastes que no deja a nadie indiferente.
Berja, en la Alpujarra almeriense te espera, ¡descúbrela!
Historia
Berja, de probable origen ibero, se puede asegurar que es la Vergis de la Bética romana, de cuyo período sobresalen los restos del anfiteatro de Villavieja.
Tras los romanos, a los que debemos obras de arte como el sarcófago paleocristiano de Alcaudique (actualmente expuesto en el Museo Arqueológico Nacional), fueron los árabes, que estuvieron asentados aquí durante 8 siglos, los que llevaron a la Vega de Berja a su máximo esplendor, gracias a una seda que era apreciada en todo el mundo. Quizás por eso se resistieron a marcharse de la ciudad donde, según recitaba un poeta árabe, “en cada casa había un jardín”.
Casi un siglo después de la conquista castellana, que tuvo lugar aquí en 1489, sus descendientes se sublevaron en las conocidas como Navidades de Sangre (Nochebuena de 1568), asesinando a casi todos los cristianos que habitaban estas tierras dando comienzo a la Guerra de las Alpujarras, que bien podría haber cambiado el rumbo de nuestra Historia. De esta convulsa época de conflictos queda como testimonio la única torre-fortaleza privada que se conserva en toda la Alpujarra, que actualmente acoge la Oficina Municipal de Turismo y un Museo de sitio sobre la rebelión de los moriscos. Fue aquí, en Berja, donde Aben Humeya sufrió su principal derrota, tras una cruenta batalla que mermó sus tropas y que decantó la guerra a favor de los cristianos. Aun así, fue tal la resistencia que siguieron planteando los “moriscos” que tuvo que ser el comandante jefe de las fuerzas reales, D. Juan de Austria, quien pusiera fin a la guerra, no sin la ayuda de las tropas españolas de élite de aquel momento, los famosos Tercios de Flandes.
Tras siglos de ataques de los piratas berberiscos desde la costa, apoyados por los bandoleros “monfies” desde la sierra, hubo que esperar hasta finales del S. XVIII para que Berja recuperara nuevamente su esplendor, gracias a la abundancia en plomo de la Sierra de Gádor. Baste con decir que, en plena revolución industrial europea, el precio mundial del plomo se regulaba en función de la producción de esta sierra. Berja llegó a tener 30.000 habitantes, y tal fue su importancia que recibió el título de ciudad en 1876.
Un magnífico centro histórico, en el que destacan sus casas señoriales, la Plaza Porticada y la Iglesia de la Anunciación, levantada de nuevo tras un fuerte terremoto, son el recuerdo de aquellos años de riqueza para una burguesía que, ya en el S. XX, también exportó uva de mesa por todo el mundo, principalmente al norte de Europa, haciendo gala del carácter emprendedor que nos caracteriza. Actualmente, el cultivo de hortalizas en invernadero es nuestro pilar económico, productos de primera calidad con un importante crecimiento de la agricultura sostenible.
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