Tómbolo de Trafalgar
El Tómbolo de Trafalgar se cuela en la mar dando forma a un bello paisaje que auna dunas de arena fina, extensas playas con cálidos atardeceres y una zona rocosa en la que se eleva orgulloso su faro ofreciendo panorámicas espectaculares.
Cerca de Caños de Meca, en los dominios del Faro del Cabo de Trafalgar y el Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate, la conexión de la "isla" de Trafalgar con la costa se realiza a través del llamado Monumento Natural Tómbolo de Trafalgar. Esta unión tuvo lugar hace unos 6.500 años, cuando el nivel del mar alcanzó su cota actual.
Su interés radica en que es el único ejemplo en Andalucía de tómbolo doble. La arena, arrastrada por las mareas, creó dos tómbolos o lenguas que unieron el islote con la costa, encerrando en su interior una depresión encharcada por la lluvia hoy colmatada de materiales. Al retirarse el mar, el viento originó sistemas dunares en las playas al sur del islote, contribuyendo a su fosilización. En la antigua costa, el levante desarrolló otro sistema dunar, hoy cubierto de sabinas y lentiscos.
Sobre las arenas, las flores del alhelí de mar, azucena marina y cardo de mar forman un manto colorido. Estas cubiertas de barrones y gramíneas, que fijan el sustrato, amparan al tártago marino. En zonas estabilizadas aparecen rubias y cuernecillos de mar, artemisias y clavellinas.
La zona inundable, donde crecen juncos, es posadero habitual de aves como gaviota de Audouín, andarríos bastardo, charrán patinegro, pagaza piquirroja y aguja colipinta, además de garceta. Las playas albergan cañadillas, coñetas y la llamativa estrella de arena anaranjada.
Pero lo más característico del lugar es su historia. Alrededor del faro existen yacimientos arqueológicos, como un templo romano dedicado al dios Juno y una factoría de salazones. Del asentamiento hispano-musulmán se conserva parte de una torre vigía del siglo IX, desmantelada en el XIX para edificar el actual faro. Sin embargo, el acontecimiento que lo hace famoso es la Batalla de Trafalgar, ocurrida en 1805, con la trágica muerte de 5.000 soldados, el hundimiento de innumerables barcos y la pérdida de la hegemonía naval española ante la Armada Británica.
En el entorno destaca la oferta de actividades recreativas de carácter náutico, como windsurf, kitesurf, así como la pesca con caña. En menor medida, senderismo, observación de aves y educación ambiental.