Baños de Popea y Arroyo Bejarano
Situada en el interior de Sierra Morena, la localidad de Santa María de Trassierra oculta en su corazón un pequeño paraíso terrenal. En esta pedanía cordobesa se encuentran dos de los lugares más emblemáticos de la provincia. De una parte, en el arroyo Bejarano, afluente del río Guadiato, espectaculares saltos de agua cristalina y cascadas alternan con plácidos remansos. Y de otra, muy cerca de la desembocadura del río, emergen los muy conocidos Baños de Popea.
La fama y nombre de Baños de Popea se debe al Grupo Cántico, una asociación de poetas y artistas cordobeses que con frecuencia visitaban este bello paraje. Se cuenta que cierto día, cuando paseaban tres de los componentes del grupo —Pablo García Baena, Juan Bernier y Ricardo Molina—, vieron a unas chicas bañándose en el arroyo y este último exclamó: "Mirad, como Popea en el baño". Con su exclamación hacía referencia a la emperatriz romana Popea Sabina, segunda esposa del emperador Nerón, de quien se decía que se bañaba en leche de burra para mantener su piel siempre joven.
A lo largo del camino que nos lleva a los Baños, podremos admirar la exuberante y densa flora del lugar. Un auténtico vergel compuesto por bosques de pino y vegetación de ribera, que confieren a este lugar un alto valor ecológico.
La mejor forma de conocer el duende de este bosque, es mediante una ruta circular y a pie que gira a su alrededor. Se trata de un sendero de seis kilómetros, accesible y fácil de recorrer. Pese a tener algunos desniveles, es apto para practicar actividades al aire libre con toda la familia.
Las lluvias propias de los meses de otoño a primavera hacen que los riachuelos arrastren agua en abundancia, multiplicándose la belleza de este paisaje y la sensación de bienestar. Sin duda, el lugar perfecto para desconectar de la rutina diaria, respirar aire puro y disfrutar de los sonidos de la naturaleza… y de los silencios.
Mediante sus instantáneas, los amantes de la fotografía podrán encontrar aquí miles de rincones que inmortalizar. Y es que a lo largo del camino aún quedan vestigios arqueológicos de época árabe, muelas de los antiguos molinos de agua, caces, acueductos y fuentes… Son reminiscencias que dan fe del marcado pasado hídrico e industrial que tuvo Santa María de Trassierra y de la mágica aureola que hoy lo envuelve.