Este aguardiente anisado lleva dando fama a la localidad desde 1830, año en el que el empresario Pedro Morales comenzó a destilarlo y comercializarlo. En muy poco tiempo, la singular bebida espirituosa se ganó el reconocimiento del público, cosechó prestigiosos premios internacionales y logró incluso el título de proveedor de la Casa Real española. 

Según afirma la leyenda, Morales elaboraba el ojén siguiendo una fórmula secreta que atesoraba muy celosamente. Tanto, que acabó por llevarse a la tumba sin transmitírsela a nadie. A mediados de los años 60, un vecino del pueblo, Juan Espadas, lanzó al mercado un producto muy similar, pero no obtuvo el mismo éxito que el genuino ojén original.

El legado cultural del ojén dentro y fuera de Málaga

Grandes nombres del arte y la cultura llevaron el ojén por todo el mundo, inmortalizando el licor en sus trabajos y obras. Ha sido pintado por Picasso, descrito por Rosalía de Castro y el Nobel Camilo José Cela, y hasta cantado por Joaquín Sabina. Además, existe un soniquete de siete notas muy pegadizo que hace referencia a esta bebida. ¡Seguro que alguna vez has llamado a una puerta al ritmo de "Una copita...de ojén”!

Actualmente quienes visiten el pueblo podrán conocer más sobre su historia y leyenda en una de las salas del Museo del Molino de Ojén. El legado del ojén queda reflejado a través de fotografías, recipientes y materiales cedidos por los vecinos. Como curiosidad, en el lugar se atesora la única botella que queda del licor original, nunca abierta, y que es custodiada por los alcaldes del municipio.

El ojén es además un complemento perfecto para acompañar uno de los postres más típicos de esta localidad: el potaje de castañas. Este dulce, a pesar de su nombre, se suele preparar durante los días de Cuaresma y Semana Santa. Se elabora con el fruto previamente secado, matalahúva, canela y miel. ¡Toda una delicia para el paladar!