Ruta Minera
Los estilos más pronunciados de Jaén son los fandangos de la Puerta de Segura, o las jotas de Siles, de Albanchez y de El Ojuelo. Esto explica la influencia de la provincia en la creación de los estilos de Levante. También predominan por el lugar las trilleras, las temporeras y las pajaronas, pero su gran filón está en las Minas, un flamenco distinto y genuino asentado sobre la taranta. Por eso el punto de partida de este viaje a caballo entre el flamenco y el renacimiento artístico se fija en Linares.
Esta ruta no puede comenzar a partir de otra referencia que no sea la de Rafael Romero El Gallina, sucesor del mítico José Yllanda. El artista de Andújar rescató todos los cantes de su tierra y puso de relieve la taranta que posteriormente abanderaría el linarense Gabriel Moreno. Proliferaban por estas tierras las ventas de carretera y las paradas de postas, donde se produjeron las transmisiones musicales entre Murcia y Jaén. Así, se dice que por esta vía llegaron hasta Linares los cantes de madrugá murcianos, antecedentes de las primeras tarantas.
A partir de 1852 Linares vivió un período de intensa actividad minera. La llegada de empresas extranjeras hacen que la zona crezca, atrayendo a muchos artistas que llegaban en busca de su pan diario. Se levantan los cafés cantantes Colón, Cortijo Real y el de Manolín en La Carolina; el Café de Los Meleros, La Perla, El Minero, El Pasaje, el Café Marín y El Exprés o Salón Regio en Linares. Muchos desaparecieron con la caída de las minas, pero otros aún perduran y son visitables en la actualidad reconvertidos en tablaos o peñas.
En este entorno surgen cantaores como Basilio de Linares, el Bizco, el Calaco, el Pescaero, el Vagonero, el Sordo, el Personita, el Arriero o el Cabrerillo, de los que beben otros como la actual maestra Carmen Linares.
Almería es, históricamente, tierra de fandangos. Desde Adra a Níjar, desde Balerma a Laujar, de Serón hasta Vera se cantan y se bailan. Situémonos en la capital para hacer referencia a los cafés de El Grillo, Los Jardinillos y Lion D'or, los primeros que se elevaron en la zona. Cerca de allí montó una freiduría de pescado conocida por todos los almerienses actuales Juan Breva. Fue en la calle Real y por allí pasaron el Ciego la Playa o Pepe el Marmolista, entre otros. También hay que hacer hincapié en la importancia que el Casino Almeriense ha tenido en la historia del taranto, por donde a partir de 1881 pasaron La Rubia de Málaga o el Canario.
El paraje de Torregarcía, un lugar situado en la playa de Almería próximo al Cabo de Gata muy citado en las viejas letras por taranto. Se dice que fue Juan el Cabogatero, un hombre con una vida turbulenta y dura, quien creó sobre 1810 la taranta por la Sierra Almagrera, otro de los puntos a los que hay que acudir durante este viaje.
Finalmente, el paseo debe terminar en Paterna del Río, localidad de la que muchos teóricos almerienses piensan que procede la petenera. Y es que es cierto que en este municipio, así como en los de sus alrededores, se canta este palo desde hace muchísimos años.
Hoy toda la actividad flamenca almeriense se concentra en las peñas de la capital, como "El Taranto" o "El Arriero" o en la prometedora de "Los Jóvenes Tempranos", donde los artistas locales más destacados, encabezados por José Sorroche, interprentan sus cantes.
Pero una visita flamenca a la provincia más oriental de Andalucía exige otra perspectiva: la de la guitarra. Hay que andar por el Paseo de los Castaños, en el que se inspira Tomatito para sus creaciones más recientes, acercarse al taller de Gerundino a contemplar sus sonantas a medio hacer. De esta tierra es Julián Arcas, uno de los primeros guitarristas por lo flamenco de la historia y padre de una soleá que nos llega hasta nuestros días gracias al Maestro Amate y al Tomate Viejo, abuelo de Tomatito.