Ruta de la Bajañí
Estamos en Algeciras, allí nació Paco de Lucía. Por eso, este paseo debe comenzar justo donde el maestro vio la luz por el humilde barrio de El Rinconcillo. Concretamente, la casa natal de Francisco Sánchez Gómez está en el número 7 de la calle San Francisco.
Un paseo por el lugar, con una visita a la casa natal, servirá para comprender el sacrificio que tuvo que hacer el genio de Algeciras para salir adelante en una situación tan limitada.
Pero este viaje tiene parada en otros muchos puertos: En la plaza del Ayuntamiento con una estatua del maestro; también el conservatorio lleva el nombre de Paco de Lucía como muestra de esta querencia por parte de sus paisanos.
No puede faltar un receso para visitar la Sociedad de Cante Grande, un lugar en el que la admiración al genio está patente en cada detalle. Tampoco está de más la visita al cortijo La Almoraima, a las afueras de la localidad, en la que Paco se inspiró para componer una bulería con influencias arabescas que aún hoy sigue siendo considerada una de las más bellas de la historia de la guitarra. La figura de Paco de Lucía no finaliza en su localidad natal. A unos kilómetros, en San Fernando, el guitarrista se dejó la otra mitad de su leyenda: Camarón de la Isla.
Morón, un enclave tocaor por antonomasia.
En la taberna Los Alemanes podrás contemplar todas las raices flamencas de este enclave, donde se conservan multitud de fotografías de Diego del Gastor en sus momentos álgidos, pues era en este local donde con más frecuencia se desarrollaban las fiestas. Con un poco de pollo frito en las manos se puede viajar al pasado, un tiempo en el que sonaban las campanas gordas por alzapúas. Qué delirio.
Por tanto, el recorrido por la Isla de León debe partir de la casapuerta en la que José Monge Cruz dio sus primeros pasos antes de cruzarse con Paco de Lucía y formar uno de los dúos más grandes que ha dado el flamenco. Esto es, hay que situarse en el callejón del Carmen, espacio en el que Camarón gestó y luego cercenó sus anhelos de convertirse en torero.
Lo lógico es proseguir la visita accediendo a la vieja fragua de su hermano Manuel, hoy ya cerrada aunque visitable, en cuyo patio se produjo aquella fiesta mítica en la que la madre del genio cantaba aquello de la "pecaora" con el toque de Paco de Cepero y el compás de su hijo, que fue recogido por las cámaras de televisión conservando ese momento para la posteridad.
Tras una parada en el "güichi" La Sacristía (así llaman los isleños a las tascas), donde Camarón se paraba para ver salir a su Nazareno cada viernes santo de madrugá, hay que partir hacia otro punto estratégico de esta ruta: La Venta de Vargas.
Justo en la plaza situada enfrente se ubica una estatua dedicada al cantaor que pone en antecedente de lo que podemos encontrar en el interior del famoso restaurante Cañaílla. En aquel lugar, Camarón fraguó sus primeros años cantaores escuchando a Caracol, a su hermano Manuel, al Niño de la Calzá y a la dueña, María Picardo.
Finalmente, queda por ver el mausoleo del genio. Siempre floreado como si hubiera fenecido hace un par de días, la tumba donde yace el cantaor se eleva, enhiesta, en pleno camposanto local, ya que el busto de Camarón resalta aún más, si cabe, la figura de un artista sin cuyas aportaciones la guitarra (él también era tocaor) de Paco de Lucía quizás hubiera caminado por otras lindes.
Y así llegamos a Jerez de la Frontera. Casi nada.
Pero, ¿dónde se puede acudir en Jerez para tener conciencia de todo esto? Uno de los lugares más interesantes es, sin duda, el Arco de Santiago, un bar frecuentado por todos estos maestros en el que la guitarra, como el cante, son temas de conversación continua, la Taberna Flamenca, por donde para El Torta y los Mijita, y el Lagar del Tío Parrilla.
Y por la noche, la teoría deja paso a la práctica. "Manuel Morao y Gitanos de Jerez" pone en escena, bajo petición, un espectáculo en el que las influencias del maestro de la guitarra asoman por encima del resto de ideas en cualquier peña de Santiago o San Miguel. No hay que olvidar tampoco la visita al Centro Andaluz de Flamenco, en el Palacio de Pemartín, y a la Cátedra de Flamencología, dos referencias ineludibles en el estudio de la guitarra por la gran riqueza documental que habita en sus archivos.
En Sanlúcar de Barrameda termina este camino por la esencia del toque jondo.
Isidro Sanlúcar, padre del maestro Manolo, del gran productor y tocaor Isidro y de José Miguel Évora, fue el venero del que brotaron las aguas de la escuela sanluqueña. Y lo justo, pues, es arrancar a andar desde su vieja panadería del barrio Alto para conocer los entresijos de su arte. Es importante también visitar el Conservatorio, ya que Manolo Sanlúcar ha puesto sus cinco sentidos en él para intentar introducir la guitarra flamenca como disciplina de estudio y sus influencias allí son muy evidentes.
Y, cómo no, la ruta debe terminar donde más se loa a este género, en las peñas. La Puerto Lucero sanluqueña es una buena meta a esta carrera por tratarse de otro pseudomuseo del toque de los Muñoz Alcón.
Y desde Algeciras a Sanlúcar hay trazada una línea maestra que hay que seguir porque sí si se quieren conocer las verdades de la bajañí y sus enlaces más directos en el último medio siglo.