Ruta de Cayetano: Los Cantes abandolaos
Para conocer la ruta que siguió Cayetano Muriel, el Niño de Cabra, es necesario acercarse hasta Bujalance, municipio en el que se desarrolla el cante de la Pajarona, un estilo que se realiza por uno y le contesta el otro compañero relativamente distante que lleva otra yunta. Varios grupos folclóricos de la zona ofrecen esta reliquia a los visitantes de Porcuna, Montilla y Puente Genil, donde se desarrolla también la serrana. La mezcla de estas melopeas justifica el inicio de este sendero, al final del cual encontraremos otra rama fundamental del árbol flamenco: la de los cantes abandolaos.
Su situación geográfica entre Córdoba y Sevilla, y su histórica tradición comercial encabezada por las fábricas de carne de membrillo, hacen de Puente Genil un enclave interesante para los artistas. Hasta este pueblo llegan los aires de la sierra de Ronda a través del Genil, que transforma la rondeña en zángano. Pero hay que remontarse hasta los tiempos de José Bedmar El Seco para tener los primeros puntos de referencia para el turista. Pero, ¿qué es concretamente el zángano de Puente Genil? Aunque genéricamente no pasa de ser un fandango más de la zona, sus características melódicas le han dotado de identidad individual, así como su particular baile. Esto se puede contemplar en la peña flamenca, en cuya entrada hay un azulejo en memoria de Antonio Fernández Díaz "Fosforito" que recoge la siguiente letra: "Tierra donde yo he nacío / nunca me olvido de ti / tierra donde yo he nacío / y aunque esté lejos de aquí / yo te llevo en el sentío / pueblo de Puente Genil". La estrofa la grabó el citado Fosforito con la guitarra de Paco de Lucía para la casa Belter en los años 60. Pero para conocer a la perfección los entresijos del fandango local lo mejor será contemplar al "Grupo Folclórico el Zángano" de Puente Genil, que recoge todo el legado artístico popular de la zona con mucho detalle.
El pueblo con mayor trascendencia cantaora de la comarca es Lucena. Aquí pueden oírse al menos tres tipos de fandangos locales diferentes. Dolores de la Huerta es la madre de al menos dos, mientras que a Rafael Rivas se le otorga el estilo también llamado de la calle Rute. Pero atendamos a la letra lucentina promulgada por el Niño del Museo, otro viejo cantaor de renombre: "A visitarte he venío / virgencita de Araceli...". Este párrafo nos da la clave de la inspiración del lugar para elaborar sus cantes: las fiestas aracelitanas. Visita fundamental merecen también la Iglesia del Carmen o el Castillo del Moral, donde estuvo preso Boabdil hacia 1483, para tener verdadera conciencia de la larga historia de Lucena y de su importancia a la hora de estudiar su legado musical. "La perla de sefarad" :así es conocida la ciudad en tiempos medievales- exige también el paso por su peña, por la cumbre de Sierra de Aras, donde está el santuario de María Santísima de Araceli, y por su iglesia de San Mateo, centros que, con un solo vistazo, explican por qué Lucena ha aportado tanto al arte jondo. Y lo mismo ocurre con Cabra, célula base del tesoro abandolado cordobés gracias a la figura del mítico Cayetano Muriel, cuya casa natal permanece enhiesta con un azulejo conmemorativo.
La ciudad de Córdoba ha sido refugio histórico de los más grandes cantaores de la historia. Basta entrar por la Plaza del Potro y mirar hacia los cuatro puntos cardinales. A un lado, en la calle Armas, José Reyes Maldonado abre las puertas de su taller de guitarras. De su factoría han tocado maestros como Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Vicente Amigo.
A otro lado, la Sociedad de Plateros ofrece un patio florido sobre el que se intercalan carteles y fotografías de artistas, además de un escenario frecuentado por cantaores del lugar. En el mes de julio, durante el festival de la Guitarra, es uno de los puntos claves para toparse con buen flamenco a diario. Pero a unos metros están también las famosas Bodegas Campos, adornadas con carteles de la torería cordobesa, tan relacionada históricamente con los cabales del cante.
La judería esconde en cada rincón un secreto, como ocurre con Casa Santos, taberna famosa por sus espléndidas tortillas. Allí se pueden contemplar fotografías y carteles de El Pele, Luis de Córdoba, Fosforito, Curro de Utrera, Antonio Ranchal, Antonio de Patrocinio, El Calli y tantos otros maestros cordobeses.Archiconocido es el reloj de Las Tendillas, que marca las horas con el toque por seguiriyas de Juan Serrano. Alrededor de aquel lugar abundan los tablaos, pues no anda muy lejos el Gran Teatro, sede, cada tres años, del Concurso Nacional de Flamenco. La Plaza de la Corredera en verano, la Avenida del Gran Capitán también esconden curiosidades musicales andaluzas.