Sierras de Cazorla, Segura y las Villas
La que fuera provincia marítima de interior, madre de dos de los ríos más significativos del sur peninsular, baluarte medieval de la mitra de Toledo y de los caballeros santiaguistas, Cazorla, Segura y las Villas da cobijo a uno de los espacios naturales más espectaculares de Europa.
Plantado en la esquina nororiental de la provincia de Jaén, a modo de gigantesco e inexpugnable coloso, este macizo asoma como una interminable sucesión de abruptas y quebradas sierras de carácter calizo por las que el agua campa a raudales. La inmensidad de su territorio propicia una gran diversidad de formas de relieve que ponen de manifiesto su origen cárstico. De tal forma, se elevan cimas que rompen el horizonte y superan los dos mil metros, y que alternan con lanchares y torcas -los Campos de Hernán Perea-, cresterías, espectaculares pliegues, simas -Pinar Negro, con más de 150 metros de profundidad- y crestas de dragón que se levantan sobre un paisaje semidesértico, espectacular, de ramblas y cárcavas, una tierra de cien tonalidades que como una cuña se cuela desde el vecino Altiplano de Granada -Picos del Guadiana-.
El Guadalquivir discurre por un ancho y profundo valle mientras que sus afluentes le tallan lateralmente sorprendentes barrancos de paredes verticales o cerradas, como la de Elías en el curso del Borosa, y espectaculares cascadas -Linarejos-. El agua es también protagonista de cuevas, como la del Agua en Tíscar, y de surgencias, caso del nacimiento del Segura o la laguna de Aguas Negras.